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El apunte: Un brindis a la Primera Dama

Lunes, 09 Feb 2009    México, D.F.    Ceci Lizardi   
Una gran aficioanda
Tres toreros había que ver hoy en la México: uno, consagrado, de los grandes consentidos de la afición capitalina, que hoy regresaba después de tres años de ausencia; otro, un triunfador que esta aferrado a la idea de convertirse en figura del toreo a como dé lugar; y, por último, un joven torero hidrocálido que por fin hacía su presentación en la capital, con el respaldo de un currículo que habla por sí solo. Con un cartel así sólo se pueden esperarse buenas entradas. Y así fue, porque el público acudió en gran número.

Grandes personalidades llegaron a la plaza: Emilio Azcárraga Jean, presidente de Grupo Televisa; el gobernador del Estado de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos; el célebre periodista Jacobo Zabludovsky, y una invitada muy especial a quien Joselito Adame le brindó la muerte de su segundo toro “Ventilador”, ni más ni menos que la Primera Dama de México, Margarita Zavala de Calderón.

Corrió el rumor de que el Presidente Felipe Calderón también estuvo presente, pero nadie sabe y nadie supo con certeza sí así fue o la vio en la “tele”. Seguramente fue Enrique Ponce quien los invitó a atestiguar su regreso a esta plaza, durante la cena que compartieron en la Residencia Oficial de Los Pinos el jueves pasado.

Y cómo iban a perderse tal suceso, más cuando se sabe que ambos son grandes aficionados a los toros; que antes, cuando no estaba en sus manos el devenir nacional, asistían con mucha frecuencia a la Plaza México, y que hace poco asistieron a un tentadero en Los Encinos, propiedad de Eduardo Martínez Urquidi.

Y qué bueno que no se lo perdieron porque Ponce vino y triunfó de nuevo. Cortó su segundo rabo en La México. Calló voces y gritos; incluso, muy a su estilo, cuando por ahí en el tendido de sol le gritaron durante la faena a “Notario”, que cogiera bien la muleta, volteó y enfrentó al gritón ese, mostrándole como sí que cogía bien la muleta.

Pero lo mejor, o acaso ¿lo peor?, fue que el de Ponce no fue el único rabo que se cortó hoy en la México. Arturo Macías también se  lo cortó a su segundo, e independientemente de si era justo o no, no cabe duda de que El Cejas es un torero con un carisma envidiable; que la gente lo quiere y lo arropa. Hoy se le armó un broncón cuando el juez de plaza, Gilberto Ruiz, se alzó con el pañuelo verde.

Atrás de mí decían que los rabos parecen estar de oferta pero también es cierto que al aficionado capitalino ya no se le puede dar gusto con nada. Mientras el premio seguía consistiendo en dos orejas, los gritos eran de ¡juez malinche! y la petición parecía abrumadora, pero en el momento en que se concedió el rabo se alzaron miles en voces en contra, y se escucharon un sinfín de abucheos, silbidos y protestas enérgicas durante toda la vuelta al ruedo de Macías.

Al señor juez Gilberto Ruiz Torres nunca le habían mentado la madre tantas veces, tantas personas. El reglamento es claro en decir que se concederá un rabo cuando la labor del matador provoque la petición de una visible mayoría de espectadores, tomando en cuenta la buena dirección de la lidia, la brillantez de la faena realizada, tanto con el capote como la muleta; la ejecución de la estocada, y que todo esto, a juicio del juez, sea excepcional y emocionante; y que, por tanto, la faena y su culminación así lo ameriten.

Corresponde al Juez, y sólo a él, determinar quién lo merece pero también es verdad que es fundamental sea firme en sus decisiones y congruente en sus criterios. Quizá por alguna falta en ese sentido, su madre se hizo todavía más presente en la plaza cuando se negó a concederle la oreja del último toro a Joselito Adame.

La de hoy fue una corrida muy emocionante y la gente salió feliz de La México. Como dice el refrán, ¿A quién le dan pan que llore?


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