Todo estuvo dispuesto para que cualquiera de los cuatro novilleros que hoy alternaron en El Centenario salieran con las orejas en las manos, pero el filo de las espadas se quedó en el fundón.

Abrió el festejo Germán Rodríguez, ansioso por agradar, como deben salir los novilleros, recibiendo de rodillas en el centro del ruedo y pese a recibir un fuerte arropón, no desistió. Tuvo momentos interesantes, con un astado noble, con recorrido y buen son, que le permitió mostrar buenas maneras.

Sin embargo, la faena no alcanzó la nota alta, aunado a la presión por pasaportar al novillo de Marco Garfias, pero el público, que registró una aceptable entrada, lo premió con una vuelta al ruedo.

Alfonso Mateos tuvo que sacar a relucir paciencia y mucha delicadeza ante un noble pero debilísimo novillo, al que tuvo que llevar con pinzas de principio a fin. No pudo mostrar del todo el toreo de hondura que lo caracteriza, aunque sí el temple que le acompaña y el empaque que cada día va madurando.

El mejor novillo del encierro, de Chinampas, fue para Manolo Juárez "El Poeta" y supo aprovecharlo. Por momentos se arrebataba, pero como bien dicen, “el toro pone a cada quien en su lugar” y comprendió que debía serenar su ímpetu.

El novillo tuvo recorrido y emotividad, lo que permitió a El Poeta hacer una faena interesante, aunque sin acabar de rematarla, quizá por eso, amén de los yerros con el pincho tan sólo pudo saludar desde el tercio.

Completó la cuarteta Juan Pablo Miramontes, quien dejó constancia de tener mucha afición, pero que por su escaso rodaje aún no acaba de poner en práctica el abecé del toreo.

Tuvo además un novillo que se apagó pronto y eso dificultó su labor afanosa y con mucho ánimo, que no se vio amilanado pese a sendas maromas, lo que demuestra que a base de constancia podrá abrirse paso en el escalafón menor.