Federico Pizarro salió a hombros de la Monumental de Cancún tras cuajar una faena importante a un toro manejable del complicado encierro de Cerro Viejo, en una corrida nocturna en la que Xavier Ocampo estuvo esforzado y cortó una oreja al último ejemplar.

El primer toro, “Buen amigo”, con 478 kilos, correspondió a Pizarro, quien vestía de rosa y oro. Ejecutó unos lances muy bonitos, pero el toro, que era discreto de cabeza, salía muy suelto. Pizarro lo llevó con chicuelinas andantes y recargó bien al caballo, pero era distraído. Con la muleta, brindó a toda la plaza y lidió por derechazos a un toro que se revolvía en corto, tardo para embestir y buscaba mucho el cuerpo del torero.

Por el lado izquierdo tenía medias embestidas y salía con la cabeza alta. Pizarro, ante tales características se mostró en todo momento valiente y con recursos, toreándolo al final de pitón a pitón, mostrando cabeza y técnica. Lamentablemente con la espada falló en repetidas ocasiones para al final escuchar merecidas palmas ante una faena valiente.

El tercer toro de la noche, segundo de Pizarro, se llamó “Aniversario”, con 482 kilos, mejor presentado que su primero. Federico brindó la muerte de este toro al empresario de Cancún, Jorge Ávila, e inició doblándose muy toreramente, con una actitud muy asentada, denotando experiencia y gusto.

El toro era mejor que los anteriores, sin ser tampoco un dechado de cualidades, pero Federico lo supo lidiar y fue haciéndose de él, resultando al final toreable. Federico salió muy mentalizado y muy decidido. Un toro, a diferencia de los anteriores, con mayor recorrido. Federico ejecutó una buena tanda de derechazos, templados y sentidos. Y la gente con él en todo momento.

Por el lado izquierdo fue más complicado, ya que no tenía recorrido, buscaba el cuerpo del torero. Federico continuó mejor por el lado derecho echando una rodilla en tierra, demostrando al público de Cancún sus deseos de triunfar. Se tiró a matar dejando entera la estocada y el toro cayó pronto, concediendo el juez dos merecidas orejas. 

El segundo toro de la noche fue para Xavier Ocampo, “Triunfador”, con 485 kilos. Con el capote, Xavier no logró acoplarse ya que el toro salía suelto y se revolvía muy en corto, no dejando estar al torero. En el tercio de varas, Ocampo, no satisfecho con los dos puyazos que ya le habían dado a su toro, pidió uno más, pero ya cuando habían cambiado el tercio, haciendo de la escena, un herradero.
 
En el tercio de muleta, brindó la muerte de su toro a toda la plaza. El toro se revolvía muy en corto, y era brusco, trayendo apurado a Xavier, rebrincando, defendiéndose, además salía con la cabeza alta de cada muletazo. Un toro que de pronto embestía y luego se frenaba. Ocampo, ante la imposibilidad de realizar una faena con un toro de estas características, se tiró a matar dejando varios pinchazos hasta escuchar dos avisos y retirándose en silencio. 

El cuarto toro de la noche, segundo para Xavier Ocampo, se llamó “Dos Lustros”, con 470 kilos. Este toro salió haciendo cosas raras, como de manso, sin embargo empujó bien al caballo. Iba mejor, con más recorrido que los otros; sin embargo, Ocampo no lograba acoplarse, no lograba entender sus embestidas, ni entender su ritmo, por lo que no templó, saliendo enganchado en varias ocasiones.

Lo toreó por el derecho y el izquierdo, pero no lograba entender al toro, que sin ser bueno, tenía un poco más de recorrido que los otros. Al final, dejó una estocada entera en buen sitio, que fue la que le ganó la oreja.  

Y para cerrar este festejo, Federico Pizarro salió en hombros del coso de la Bonampak