Enrique Ponce continúa celebrando la efeméride de sus 25 años como matador de toros. Con este motivo quiso brindar con una copa de champán por su aniversario en el Club Allard de Madrid, recién aterrizado de México donde ha rematado su temporada americana.

En el evento fue presentada la corrida que ha organizado en el Coliseo de Nimes el empresario francés Simón Casas, que viajó desde Marsella para acompañar al maestro en la presentación. Será una corrida mixta el próximo 24 de mayo en la que el torero valenciano compartirá cartel con Pablo Hermoso de Mendoza. Un escenario único para una temporada para el recuerdo.

En la memoria ya quedan tardes como la de Castellón y Valencia, Olivenza, y sus triunfos en México, donde le consideran como un consentido. Han sido 25 años de una evolución en el toreo que todavía no ha llegado a su fin, porque Enrique sigue buscando la excelencia, de acuerdo a lo que comentó.

Desde que empezó con nueve años todo ha cambiado, incluso la relación con los medios y con los seguidores, por eso ha elegido este 2015 para abrirse a ellos a través de las redes sociales y rediseñar su página web, que en su día marcó un antes y un después, y ahora renace sobria, moderna.

Y salta a las redes sociales: “Aunque el mundo del toro mantenga esa aura tradicional, es innegable que hay que adaptarse a los cambios. Hasta hace poco era impensable poder hablar cara a cara con los amantes del toro. Sí lo hacíamos con personas afines, que les transmitíais nuestras hazañas. Parece increíble estar en contacto directo con miles y miles de seguidores que nos ven en la distancia y, a la vez, es una oportunidad única. Ellos pueden conocer de primera mano cómo vivo mi profesión y yo saber sus impresiones y opiniones. Por eso os invito a todos a entrar en mis perfiles de Facebook, Twitter e Instagram”, dijo Enrique.

A través de www.enriqueponce.com se podrá seguir el día a día del maestro. Los aficionados y curiosos descubrirán un Enrique Ponce más íntimo, con testimonios de su leal cuadrilla, incluso de él mismo. Con sus luces y sombras. Sus miedos y convicciones. Destapa el sentimiento que sólo un torero vive en esa liturgia, en la que muda la piel por el vestido de luces y se acoraza en la fe.