Aunque no hubo corte de orejas este domingo en la Plaza México, el sello de la entrega quedó de manifiesto en la persona del hidrocálido Roberto Román, que dejó un buen sabor de boca al igual que Sebastián Soriano, pese a que el zacatecano escuchó los tres avisos y sufrió un duro golpe en el pie izquierdo.
Con ansías de novillero, Román anduvo variado de capote ante el tercero de la tarde, al que le recetó el coreado quite del ojalá, que calentó los ánimos, para después ser arrollado de fea manera. Es natural que su larga faena de muleta haya tenido altibajos, dada su inexperiencia, pero sí dejó en claro que sabe correr la mano con sabor.
Román no escatimó esfuerzos e incluso pudo haber tocado pelo, pero el espadazo conseguido no fue suficiente y se eternizó con el descabello hasta escuchar dos avisos.
Debido a la positiva impresión que dejó, fue designado para lidiar a un segundo ejemplar. Éste, que hizo sexto, tuvo un buen pitón derecho y por ese perfil llegaron los mejores trazos de su labor, aunque también pudo rubricar algunos naturales de buena nota. De nuevo mal con los aceros y otro dos avisos a su cuenta.
Sebastián Soriano está todavía muy verde, pero no por ello dejó pasar la oportunidad de causar buena impresión y mostrar, por ejemplo, variedad al momento de colocar banderillas, muy a la manera de su maestro, el matador Uriel Moreno “El Zapata”.
Hubo en el trasteo detalles muy toreros, como un trincherazo o un cambiado por delante, aunque faltó mayor continuidad como para pensar en el triunfo. Sufrió una fuerte voltereta y, al caer, el novillo le dio una fuerte patada en su pie izquierdo, así que batalló pata matar al estar físicamente disminuido y escuchó tres avisos. Entre una cerrada ovación fue llevado a la enfermería.
La actuación de Eduardo Domínguez no terminó por transmitir, aunque denotan sus buenas maneras. A la postre, y como Soriano ya no iba a salir de la enfermería, se determinó que lidiara al primer novillo que era para triunfador. En este momento pudimos ver que tiene clase, ya que regaló estupendos muletazos por derecha, son sazón y ritmo, pero sin redondear ante un magnífico novillo de Guadiana.
Sin pena ni gloria pasó Jaime Hernández e incluso, no se le notó mayor ambición. Ojo, no queremos decir que no haya tenido actitud, pero francamente se vio frío y sin ajustarse, así que terminó por pasar inédito ante un castaño que no tenía una condición del todo adversa.
La novillada de Guadiana fue buena en términos generales, y muy bien presentada, de tal forma que le hubiera sentado bien el puyazo, aunque claro está que era un festejo sin los del castoreño.