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Triunfos meritorios y de sangre, en Pachuca

Domingo, 03 Sep 2017    Pachuca, Hgo.    César Montes | Foto: Juanelo Cervantes          
Oreja que Suárez del Real le llevó a la enfermería a Buenaño

Un gesto de compañerismo y honor ha tenido Andrés Suárez del Real al llevarle la oreja a la ambulancia, del toro que tenía que matar Leonardo Buenaño, luego de recibir una cornada en el tercio medio de la cara interna del muslo derecho, en la novillada a la usanza charra, celebrada esta tarde en la monumental “Vicente Segura”, de Pachuca, en la que también tocaron pelo Baruch Arreola y Ricardo Martínez.

Entre la poca publicidad, y el día frío y con amenaza lluvia, hicieron que no acudiera más gente al tendido, pero la que hubo (fría también por cierto) apreció un festejo con muchos matices interesantes, comenzando porque salió por la puerta de toriles una corrida de toros con toda la barba, no sólo en la presencia impecable que tuvieron las reses del hierro debutante en este coso de El Vergel, sino porque en edad la mayoría fueron cuatreños y dos de ellos ya con cinco años, así que lo que hicieron los novilleros tuvo su mérito, destacando dos de los ejemplares por su bravura.

Decíamos, Leonardo Buenaño salió en cuarto lugar, y recibió con dos largas de rodillas a uno de los astados más cuajados de la tarde, alto, hondo y cornalón, que ya de pie pudo lancearlo con temple. Baruch Arreola realizó un quite por chicuelinas un poco embarulladas, dándole réplica Buenaño con otro quite por navarras, que hicieron que se calentara un poco el público entumido.

Tomó las banderillas, dejando dos cuarteos, pero al clavar un quiebro pegado en tablas, el astado pasó tan ceñido que ahí le pegó la cornada, de la que hasta el momento aún no hay un parte médico oficial. Suárez del Real tuvo que tomar la muleta y se hizo del burel, que tuvo fijeza y obediencia, cuajándole ayudados que tuvieron temple y buen gusto, conectando por fin con el tendido.

La faena fue breve y lo mató de certera estocada. Se pidió con fuerza la oreja, que en un gesto de honor, se la llevó a su compañero de terna, que en ese momento iba a ser trasladado al hospital para ser intervenido.

Antes, Del Real, con el que abrió plaza, estuvo voluntarioso en su labor. Saludó a su ejemplar con una larga de rodillas, realizando después un quite por mandiles. De muleta, el animal fue tardo en la embestida, además de que rodó por la arena un par de ocasiones.

Su trasteo lo basó por el pitón izquierdo, que fue el lado por el que el animal era más franco, esbozando naturales estimables y que, pese a su buena factura, por alguna razón no llegaron a tener respuesta en el público. Lo intentó por el derecho y logró correr la mano en algunos buenos ayudados, pero después el animal mostró nuevamente la guasa que acusó desde el inicio por ese pitón. Mató de estocada cobrada con habilidad, y salió al tercio.

El otro triunfador fue Baruch Arreola, novillero menudito, bajito de estatura pero con un gran corazón y garra. Salió en quinto lugar y se enfrentó a un espectacular cárdeno alunarado careto de pinta, al que toreó bien a la verónica pero en un derrote, su capote fue enganchado, perdiendo la vertical el muchacho, siendo aporreado por el animal en el piso, por fortuna sin consecuencias. Se levantó sin más y bregó a la res al caballo, que tomó dos puyazos serios, siendo aplaudido en el quite, ante este animal emotivo, que metió la cabeza.

De muleta aprovechó la fijeza y la embestida repetida del animal, cuajando tandas con la diestra que tuvieron eco en la asistencia. Después, la res comenzó a buscar las tablas hasta que se echó en una primera vez, no de rajado, sino mermado por el castigo que recibió. Lo incorporaron y el novillero lo llevó a los medios, donde  la res se volvió a echar, pensándose que ya no se incorporaría, pero la buena sangre le hizo mantenerse en pie todavía, para que ver dos tandas más de ayudados.

Epilogó con dos manoletinas y tras dejar media estocada suficiente, escuchó dos avisos, pues el puntillero lo incorporó hasta en tres ocasiones. El juez, con buen criterio, le otorgó una merecida oreja. Para la res hubo palmas en el arrastre.

Cerró plaza Ricardo Martínez, que el mérito que tuvo este novillero aún verde y con carencias, es que le echó corazón, pues se enfrentó a otro toro con toda la barba, alto, hondo y seriamente armado. También saludó con una larga de rodillas en tablas, mientras que de pie estuvo voluntarioso en los lances. Un fuerte puyazo le recetaron al astado, que recargó con fijeza en el peto. La gente le agradeció su voluntad al banderillear, a un animal que mostró más casta que bravura en la muleta.

El muchacho, repetimos, mostró su poco bagaje y contó con la suerte del inocente, pues el astado, aunque repetía en las embestidas, no dejaba de tener su guasa, así que se la perdonó en no pocas ocasiones. El novillero sólo pegó pases, dejando pasar así nada más a la res, sin llevarlo ni torearlo, y la res requería sometimiento y más firmeza. Dejó una estocada atravesada que pasó como cuando a caballo, por la posición, un rejoneador llega a descordar a un toro, pues pareció partirle un tendón a la mano izquierda del toro, que ya no pudo estar más en pie, echándose finalmente. Se pidió una oreja que tardó en conceder el juez, y seguro fue un premio a la entrega y la disposición.

El segundo en el cartel fue Manuel Gutiérrez, que estuvo discreto de capote, ante un astado de finas hechuras, muy bien rematado, hondo, que recibió un fuerte castigo que le produjo una sangría profusa. El novillero esbozó apenas unas gaoneras en el quite, que fueron bailaditas.

Con la muleta le costó trabajo encontrarle como se dice coloquialmente, “la cuadratura al círculo”, y cuando lo hizo y le tomó la distancia al animal, que fue bravo, emotivo y que nunca abrió el hocico, pudo mostrarse en un par de tandas que tuvieron interés en el público, pero cierto es decir, que en general al trasteo le faltó estructura. Lo emotivo fue cómo el fondo de bravura mantuvo de pie a un astado que no dejó de sangrar y que merecidamente fue aplaudido en el arrastre. El novillero escuchó algunas palmas tras un aviso.

En tercer lugar salió Arturo de Alba, novillero al que se le ve escuela y que inteligentemente bregó de salida a la res, que como el resto del encierro, no eran fáciles de torearse de capa. El burel derribó al picador y en la muleta, al astado le costaba repetir la embestida, De Alba le buscó, teniendo un importante momento al esbozar dos tandas de naturales que calaron en el público.

Después, sólo hubo momentos aislados, por la condición ya apuntada del animal. Al prolongar su trasteo, escuchó un aviso antes de tirarse a matar, dejando media perpendicular, y después tres cuartas raciones de acero suficientes. Hubo palmas para toro y novillero.


Ficha

Pachuca, Hgo.- Plaza “Vicente Segura”. Novillada extraordinaria a la usanza charra. Unas 800 personas, en tarde nubosa y fría, con algunas rachas de aire. Seis toros de El Vergel, algunos cinqueños, muy bien presentados, que fueron bravos al caballo y que se dejaron torear en general, salvo el 6o., que fue violento y un punto complicado. Los hubo algunos aplaudidos tanto de salida como en el arrastre. Pesos: 468, 475, 477, 500, 465 y 480 kilos. Andrés Suárez del Real: Ovación y oreja en el que mató por Buenaño. Manuel Gutiérrez: Palmas tras aviso. Arturo de Alba: Palmas tras dos avisos. Leonardo Buenaño: Herido. Baruch Arreola: Oreja tras dos avisos. Ricardo Martínez: Oreja. Incidencias: El novillero venezolano Leonardo Buenaño fue herido al banderillear, y trasladado al Hospital Intermédica, donde fue intervenido de una cornada de 40 centímetros, en el tercio medio de la cara interna del muslo derecho, por el doctor Rodolfo Samperio León, donde quedará ingresado por tres días para observación. El mariachi anunciado para amenizar el festejo no llegó, y el dueto flamenco de los hermanos Ayala se encargó de este renglón.



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