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Anecdotario de Giraldés: El beso de Ponciano

Viernes, 17 Mar 2017    Tijuana, B.C.    Valeriano Salceda   
...Empezaron a filmar y todo iba saliendo bien. Las escenas...
El nombre de Jesús Solórzano Dávalos, padre del llorado amigo Chucho, fallecido hace un par de días, está, por derecho propio, entre quienes fueron los más grandes toreros mexicanos de la primera mitad del siglo XX. 

El Rey del Temple, como le apodaban, fue una figura indiscutible, un torero completísimo. Dueño de una gran personalidad, entendía muy pronto y admirablemente las condiciones de los toros. Tuvo muy buena técnica, valor sereno y una calidad, una ¡clase extraordinaria!

Realizó faenas que quedaron para el recuerdo, siendo larga la lista de los toros que inmortalizó, tales como "Tortolito", "Granatillo", "Redactor", "Cuatro Letras", "Leonés", "Picoso", "Curro Faroles", entre otros. Lo de "Redactor" fue cosa aparte: le bordó el toreo con el capote. Los aficionados que asistieron esa tarde a la plaza de El Toreo de la Condesa, todavía muchos años después, aún recordaban con emoción aquellas verónicas increíbles, a cámara lenta y, sobre todo, la media verónica por el lado derecho con la que Chucho remató la serie.

En 1937, tras el inenarrable triunfo con "Redactor", que tenía el hierro de La Laguna, siendo Solórzano una de las figuras de la época, lo contrataron para actuar en la película "¡Ora Ponciano!", cinta en la que él tenía el papel de Ponciano Díaz, torero nacido en la hacienda de Atenco que fue el primer ídolo del público taurino mexicano en el siglo XIX.

Empezaron a filmar y todo iba saliendo bien. Las escenas resultaban del agrado del director… hasta llegar a la del beso. Fue necesario repetirla varias veces, ya que el director de la película le pedía a Jesús Solórzano que pusiera toda la pasión de que era capaz al besar a la guapísima Consuelito Frank, quien en la cinta hacía el papel de “Rosario”, el gran amor de Ponciano.

-¿Qué está pasando, matador? -preguntó el director a Jesús- No entiendo el motivo por el que usted está besando con tanta frialdad a Consuelito.

-Lo que sucede -dijo Jesús- es que yo nunca he besado a una mujer casada delante de su marido. Pero si usted ordena que el esposo de Consuelito salga del estudio, ya verá el beso que le doy.

Así que invitaron al señor a tomar un café... afuera del estudio, mientras el director pedía que se volviera a filmar la escena del beso:

-¡Cámara, acción…!

Después de unos segundos, no le quedó más remedio que gritar: "¡Ya está bien, matador, corte, corte…! ¡Ya remate usted, matador!"


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