De los cinco espadas mexicanos que tomaron la alternativa en Madrid, dos lo hicieron en la desaparecida plaza de la carretera de Aragón y los tres restantes en la Monumental de Las Ventas. Los primeros fueron el torero de Atenco Ponciano Díaz y Salinas (17-10-1889, de manos de Salvador Sánchez "Frascuelo", con un toro del Duque de Veragua y Rafael Guerra "Guerrita" como segundo espada) y Edmundo Maldonado "El Tato" (11-10-1926, padrino Diego Mazquiarán "Fortuna", en terna ambos con Victoriano Roger "Valencia II", encierro mixto de Manuel Aleas y Martín Alonso).
Y ya en la plaza actual se doctorarían el yucateco-celayense Antonio del Olivar (12-10-55, con el toro "Empalagoso", de Prieto de la Cal, cedido por Luis Parra "Parrita" ante Alfonso Merino), el tlaxcalteca Gabino Aguilar (23-06-64, por Andrés Hernando y en presencia de Manuel Benítez "El Cordobés", toro "Buena Suerte" de Atanasio Fernández) y por último Rafael Sandoval (12-10-81, ceremonia oficiada por Pepe Cáceres en presencia de José Fuentes para despachar reses de José Luis y Nicolás Fraile).
De entrada, los nombres de estos cinco espadas no le dicen mucho al aficionado actual, por más que a Ponciano, famoso por su tremendo bigote, ostente el patriarcado de la tauromaquia nacional, desde una doble identidad con el mexicanísimo jaripeo y con una versión un tanto primitiva del toreo. Podría rescatarse también a Antonio Del Olivar, que hacía filigranas con la capa y acusaba clara tendencia al muletazo sentido y largo de ascendencia texcocana. Pero no es de alguno de ellos que vayamos a ocuparnos hoy.
Gabino Aguilar León
Como Jorge "El Ranchero" Aguilar, con quien no le unían lazos familiares, Gabino, hijo de un novillero, nació en la hacienda de Piedras Negras (02-11-41) y, campirano al fin, su toreo fluía exento de adornos y con una naturalidad magnífica. Valiente a carta cabal, jamás utilizó su baja estatura para congraciarse con la galería o utilizar convenientes ventajas, cuidadoso de la norma de parar, templar y mandar. No toreaba bonito pero toreaba bien. Y muy bien a veces, embraguetándose, templando y mandando.
Triunfador en la México –temporada chica de 1962– al año siguiente viajó a España, donde pronto fortaleció su cartel bajo la férula de la casa Chopera, que lo emparejó en esa y la siguiente campaña con Joaquín Camino, el malogrado hermano de Paco. Caló especialmente en el gusto del público sevillano, con reiterados éxitos en la Real Maestranza (tres tardes, tres orejas) como compensación a su falta de suerte en Madrid. Pero tan no hizo mal papel en Las Ventas que la empresa le firmó la alternativa nada menos que para la corrida de Beneficencia del 64 y de manos de El Cordobés, aunque a última hora el padrino sería Andrés Hernando, llamado en reemplazo de Agapito García "Serranito", herido de gravedad en vísperas de aquel jueves 23 de junio de 1964, la fecha señalada para la alternativa del joven torero de Tlaxcala.
Ya matador, Gabino fue colocado al lado de figuras como Camino y El Cordobés y con ellos compartió triunfos como el de su presentación en Barcelona (23-07-64, cuando se les fue por delante al cortar la única oreja) y la corrida de la Prensa en Palma de Mallorca (17 de septiembre); antes, en Toledo, fueron tres las orejas que cobró, con Curro Romero y Manuel Benítez como alternantes (03-09). Así hasta sumar, entre junio a septiembre, 16 corridas en su temporada española y asegurar contrato para las dos principales ferias del otoño sudamericano: la del Señor de los Milagros en Lima y la de Jesús del Gran poder en Quito.
A hombros en Lima
Usualmente, se considera a la afición limeña la más competente de América del Sur, de modo que triunfar en la plaza de Acho no es cualquier cosa. El elenco del 64 para su feria anual lo integraban cuatro hispanos –Fermín Murillo, Curro Romero, Manuel Benítez "El Cordobés" y Gabriel de la Haba "Zurito"–, el venezolano César Girón y el mexicano Gabino Aguilar. Y en el capítulo ganadero toros nacionales de Chuquizongo y Las Salinas, mexicanos de Rancho Seco y Las Huertas y españoles de Juan Pedro Domecq y Martínez Elizondo.
Como era normal, el viejo coso de Acho se llenó a reventar en las seis fechas de aquella feria: cinco carteles de tres espadas y, en la última corrida, los seis del elenco a toro por coleta. A pesar de la inmensa popularidad de El Cordobés, el escapulario del Señor de los Milagros se lo llevó a casa Fermín Murillo, el recio torero de Aragón, que estaba en su momento cumbre como lo demostraría en México pocas semanas después. Gabino Aguilar, discreto en sus dos primeras presentaciones, iba a convertirse en el triunfador absoluto del festejo final, con un buen toro mexicano, según unas versiones de Rancho Seco y según otros de Las Huertas.
Culminación de una feria que no había alzado demasiado vuelo, fue la del 17 de noviembre una tarde grata para todos: Murillo la abrió paseando las orejas de su enemigo, del hierro de Chuquizongo; Curro Romero, parco por una vez con el percal, cuajó primorosa faena, mal rematarla con la espada, a un bicho de la misma divisa peruana. El Cordobés, con uno de Las Salinas, y Zurito, con otro de Rancho Seco, dieron sendas vueltas al anillo. Y César Girón, al inutilizarse su toro y ser protestado por chico el de Rancho Seco que lo reemplazó, obsequió otro de la misma ganadería tlaxcalteca y le tumbó un apéndice. Pero sería Gabino el triunfador indiscutible de la tarde, paseado en hombros con los dos auriculares de su toro.
Crónicas
El corresponsal del seminario madrileño El Ruedo era Horacio Parodi, cronista peruano de sólido prestigio. Repasamos su breve relato de la actuación del torero de Tlaxcala:
"Fue un toro mejicano de Rancho Seco el más bravo de la tarde. Le tocó en suerte a Gabino Aguilar, quien se estrecha con el capote y se luce en los quites. Con la muleta el toro está de mazapán y el torero lo sabe aprovechar muy bien, dando pases de todas marcas, algunos de puro corte cordobesista que se aplauden muy fuerte. Corre la mano muy bien en grandes naturales, hay desplantes pintureros y mata de buena estocada. Ovación de gala, dos orejas y vueltas al ruedo. (El Ruedo, 24 de noviembre de 1964. Crónica de Horacio Parodi).
Hay una discrepancia sobre la ganadería del toro con el que Gabinio alcanzó tan señalada victoria ya que otro periodista, Félix Espinosa Palacios, al describir la victoriosa actuación del torero de Tlaxcala, señala que el astado pertenecía al otro hierro mexicano presente en Lima: "Gabino Aguilar, con el de Las Huertas, tuvo un triunfo grande: toreó por derechazos y naturales de superior calidad y se adornó valientemente. Cortó las dos orejas y hubo petición de rabo. Al final del festejo salió de la plaza en hombros." (ESTO, 27 de noviembre de 1964).
Añadimos la siguiente referencia a la actuación de Curro Romero por la curiosa circunstancia de que fue en el tercio final donde el artista de Camas fincó su éxito, mientras que toreando de capa pasó punto menos que inadvertido. Además, estuvo muy valiente (las fotos que adjuntamos no nos dejará mentir). Horacio Parodi lo vio así: "Esta tarde salió muy animoso Curro, y si bien con el capote no le vimos nada destacado, con la muleta hubo clase, calidad, y puso los tendidos al rojo vivo. Lástima que con el acero la cosa fuera a menos. Hay vuelta al ruedo y cerrada ovación para la que pudo ser su mejor faena en Lima." (El Ruedo, ídem)
Honrosa trayectoria
En lo sucesivo, Gabino Aguilar limitaría sus actuaciones a plazas de la república mexicana, en carteles de alto bordo al principio y progresivamente menos relevantes. En la México le confirmó la alternativa Alfredo Leal y fue testigo El Viti (17-01-65, con el toro "Juerguista", de Torrecilla). A la larga, su carrera taurina iba a discurrir sobre todo por cosos norteños y de su estado natal. Precisamente en Tlaxcala, alternando con Manolo Martínez, sufrió la cornada más grave de su carrera, que le supuso un serio parón y condicionaría su futuro (07-11-68: toro "Milagrito" de Zacatepec). También contribuyó a su opacamiento la falta de suerte en la capital, donde inevitablemente tanteaba el éxito sin conseguir asirlo.
Su última corrida en la Plaza México coincidió con la lidia del encierro más pesado en la historia de la Monumental (los de La Punta promediaron 578 kilos y tomaron 24 varas). Esa tarde, Gabino despachó muy dignamente a "Mambo", de 534 kilogramos, y "Remondo", de 536; y hubo un toro con 636, "Tres Rayas", al que el madrileño Luis Segura no quiso ni ver y casi se le va vivo. Jaime Rangel completaba ese cartel del 6 de abril de 1969.
Gabino Aguilar León, el torero nacido en el campo bravo de Tlaxcala, llevó una vida ordenada y, buen administrador de sus ganancias, fundó en el estado de Querétaro la ganadería El Batán, que tenía fama de dura. Y fue en la capital queretana donde lo sorprendió la muerte el 19 de marzo de 2021.