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Tauromaquia: Roca, rey de la novillería actual

Lunes, 20 Jul 2015    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
El domingo 12, en la plaza francesa de Tarascón, dos novilleros sudamericanos triunfaron en grande. Sus nombres, Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós, peruanos ambos y ambos orejeados después de que el abreplaza enviara al hule a su alternante galo Lilian Ferrani. Vencedor de este singular duelo entre sudamericanos fue Roca Rey, que dispuso de tres novillos y sumó seis orejas y la salida en hombros con el trofeo en disputa.

No era una sorpresa

Porque este año no hay en Europa novillero mejor colocado ni triunfador más persistente que el limeño Andrés Roca Rey. Limeños de apodo ha habido en el toreo dos más o menos notorios, los pepes Gárate y Martínez, andaluces ambos, de discreto cartel en la segunda y la séptima décadas del siglo XX, respectivamente; Roca Rey, en cambio, nació hace 18 años en la capital del Perú, y entre otros méritos acumulados tiene el haber abierto la puerta grande de Madrid el 19 de abril –no le arredró el dolor de tres heridas y sin alardes ni aspavientos se dejó pasear en hombros antes de llegar a la enfermería, volvió a impresionar en San Isidro –tuvo fuerte petición tras otro arrimón muy serio– y en su presentación sevillana (04-06-15) dio un nuevo aldabonazo al cobrar una oreja de cada novillo de Villamarta. Desde entonces, no ha dejado de crecer, con ruidoso refrendo en Pamplona (05-07-15), donde cortó otra oreja y encandiló por igual a la golosa afición y a las ruidosas peñas.

Mucho tiempo hacía que no surgía un novillero tan solvente y prometedor, ni que fuese capaz tan rotunda continuidad, refrendada en los principales cosos europeos. Tanto que la empresa de Nimes ya le escrituró la alternativa para su próxima feria septembrina.

Talla de protagonista

Andrés Roca Rey es un muchacho espigado que impresiona desde que se planta en la arena por su actitud serena y decidida, traducida en una quietud y un aguante fuera de lo común. Pero al servicio de esa "disposición a la gloria o a la muerte", están unas manos toreras que saben del temple y la largura, una cintura flexible para armonizar con la dinámica de cada novillo y un gusto por torear que le sale por los poros. Además, muestra una inventiva desbordante, tanto en sus faenas de muleta como en frondosos tercios de quites, lo mismo pródigos en estoicas gaoneras –como las que levantaron al público de Pamplona, convirtiendo sus cantos y jaleo en torero clamor, que en la combinación de caleserinas, tafalleras y saltilleras con  que fijó la atención del sesudo cónclave sevillano.

Lo que hizo esa tarde de jueves de Corpus, en la Maestranza, suscitaría comentarios como los de Sandra Carbonero (portaltaurino.net): Gran valor y gran sentido del temple… Roca Rey ha nacido para ser torero y se le nota hasta en el modo de caminar por la plaza, o Luis Nieto (Diario de Sevilla):  Con ese aire de monaguillo en su semblante, Roca Rey apunta trazas de cardenal del toreo.

Antes, a su paso por Madrid,  El Mundo había cabeceado "Puerta grande a ley",  ABC informó que "El peruano Roca Rey conquista la puerta grande de Las Ventas. Tras salir a hombros pasó herido a la enfermería” (llevaba tres cornadas poco profundas en el muslo derecho, la pierna izquierda y el escroto), y para Aplausos “el novillero peruano pasea una oreja de cada oponente en una tarde en la que demostró temple, técnica, corazón y un toreo de mucha verdad”. Y acerca de su triunfo en Pamplona, escribía Barquerito (Colpisa.com): "Con los dos menos propicios de la novillada de El Parralejo, Roca Rey salió a arrollar… Un catálogo de alardes que habrían parecido temeridades si el torero, pura resolución, no se hubiera dejado sentir tan seguro de sí mismo, tan dueño de la cosa".

Entre unas y otras, el limeño se dio tiempo para viajar a México, torear en Morelia una novillada y salir del Palacio del Arte con dos orejas más en el esportón.

Perú, un caso muy especial

La victoriosa salida de Roca Rey por la Puerta de Madrid era la primera en la historia de un torero nacido en el Perú. Una verdadera anomalía, dado el comprobado taurinismo de la noble nación inca, reserva de históricas ganadería, con más de treinta plazas activas y su limeña feria del Señor de los Milagros, entre octubre y noviembre, en el pináculo de las temporadas de América del Sur, considerablemente mermadas hoy día por la supresión de las corridas en Quito y Bogotá.
Increíble que un país de tal raigambre taurina no haya dado matadores de cierto relieve –el negro Rafael Santa Cruz, allá por los años 50, sería su más conspicuo y hoy olvidado representante. Aunque quizá no todo sea obra de la casualidad. Porque, de hecho, Perú, como el resto de los países del Cono Sur que dan toros, ha sido un feudo colonial donde las empresas españolas operan a voluntad, imponiendo a su conveniencia carteles y condiciones con la total complacencia de las autoridades y el medio taurino locales.

No dudo que los grandes señores del campo bravo peruano, tan obsequiosos con todo aquel que masculle con acento peninsular, hayan sido los principales enemigos del torero criollo, alejando a los maletillas de sus cortijos y cortando de raíz sus posibilidades de desarrollo. Qué bueno que tan absurda actitud esté siendo vencida por jóvenes como Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós, representantes de la buena nueva de una real irrupción de la torería inca en la historia universal de la fiesta.

Y con Perú, Colombia y Venezuela

Pero no es Andrés Roca Rey el único responsable de que, en este 2015, América del Sur esté de moda en la Europa taurina. Su paisano Joaquín Galdós no sólo en Francia ha gustado. Es otro tipo de torero, más corto de brazos y de talla pero no de valor. Resuelto a pararles a los novillos sin reparar en estilo ni intenciones, esa cruda valentía le costó en San Isidro una voltereta nada más abrirse de capa que lo mandó a la enfermería y frustró el debut madrileño (25-05-15); consciente, la empresa de Las Ventas no tardó en anunciar el mano a mano entre él y David Escudero –paisano de José Tomás, y cogido también de primeras en la misma novillada isidril; fue un cotejo sin materia prima, pues los de José Vázquez resultaron imposibles, lo que no impidió que el limeño Galdós se arrimara como desesperado y dejara la plaza bajo una cálida ovación de reconocimiento (14-06-15).

Y como Roca Rey, Joaquín Galdós también triunfó en su presentación sevillana (07-06-15), dando la vuelta al ruedo a la muerte de su primero y cortándole una oreja al sexto de Guadiana, luego de dominarlo a base de un aguante a prueba de bombas y convincente temple, que le permitió alargar unas embestidas remisas en principio para terminar rebosándose de toro y de toreo. Evidentemente, también allí hay madera recia y fina.

Pero no para ahí la cosa

Las Ventas ofrecía, el pasado domingo 12, un cartel con dos sudamericanos que no hicieron quedar mal a la empresa. El venezolano Manolo Venegas, con tanto temple en el corazón como en la muleta, le cortó la oreja a "Ludópata", un "novillo" sobrero de 614 kilos. Y Guillermo Valencia, de Cali, Colombia, se entendió muy bien con el de su presentación madrileña, lo mató por lo alto y tuvo fuerte petición de oreja mientras recorría en triunfo el anillo. De golpe, otros dos prospectos sudamericanos se estaban colocando promisoriamente en España.

¿Y México? El siglo XXI se venía caracterizando por la irrupción en España de numerosos aspirantes, nativos de la república mexicana. El resultado han sido los Joselito Adame, El Payo, Juan Pablo Sánchez, Arturo Saldívar, Diego Silveti Sergio Flores, entre otros. Este año, sin embargo, nuestra torería se ha retractado un tanto, dejando el campo para que florezcan otros jóvenes no europeos, tales como los sudamericanos de que venimos hablando.

De hecho, en 2015, nuestros únicos representantes por allá han sido Leo Valadez –con dos novilladas toreadas y una oreja en las Fallas de Valencia, Luis Manuel Castellanos, con participación en algunos festivales, y el tlaxcalteca Gerardo Rivera, que se presentaba ayer en la temporada novilleril de Las Ventas. Todo un paquete, que ojalá nuestro paisano haya podido sortear con el éxito apetecido. Tan necesario para él y para nuestra tauromaquia.


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