Liber taurus: Una mirada a la Feria de "Aguas"
Viernes, 10 May 2013
Quito, Ecuador
Santiago Aguilar | Opinión
La columna de este viernes
Abordando la aeronave que nos traería de vuelta al Ecuador, de manera inevitable en nuestra mente se agolpan las imágenes y los sonidos más impactantes de los nueve días de estadía por esas hermosas tierras. La fiesta de los toros, una vez más, fue el elemento que nos condujo a Aguascalientes para asistir a ocho tardes del prestigioso ciclo de San Marcos, entre las cuales abrimos un espacio para llegar a San Luis Potosí y asistir a una corrida de toros.
La tarea profesional de la opinión taurina radiofónica, exige y reclama especial concentración, mayor, mucho mayor que la que requiere la prensa escrita y de la atención que ofrece a los protagonistas en la arena, el aficionado desde el tendido.
Este ejercicio, permite sin duda captar momentos y detalles de la lidia que en muchos casos pasan inadvertidos; los terrenos en que se realiza la faena, las distancias, los toques, las alturas, las oportunidades para cada lance de capote o pase de muleta, la lidia que propone el toro y en ella sus virtudes y sus defectos.
El asistir a un espectáculo taurino desde el callejón de la plaza es entonces un privilegio que permite acceder a todos los elementos descritos y compartir las sensaciones muy especiales que vive la torería en la arena.
En este caso la experiencia con acento mexicano fue valiosa pues nos permitió confirmar el enorme momento que vive la fiesta en este país manifestada por una tropa de nuevos lidiadores que han tenido la capacidad de ilusionar a los aficionados y devolverlos a los graderíos.
Ya lo hemos dicho, pero vale la pena subrayar los nombres de Diego Silveti, Joselito Adame, Juan Pablo Sánchez, Octavio García "El Payo", Sergio Flores y Arturo Saldívar como las novedades de la torería azteca, nombres a los que necesariamente deben sumarse los de Arturo Macías, Gerardo Adame, Fermín Rivera, Uriel Moreno "El Zapata" y del veterano Eulalio López "Zotoluco". Este listado constituye la base de la cartelería de las más importantes ferias, las que suelen complementarse con apenas un puñado de coletas foráneos.
El caso es que en las últimas semanas recorrieron aquellos ruedos José Antonio Morante de la Puebla, Juan José Padilla, Alejandro Talavante, Sebastián Castella y el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza.
En la Monumental de Aguascalientes solo el artista Morante pudo triunfar con rotundidad en especial la tarde del 1 de mayo, fecha en la que cuajó una faena de enorme torería y profundidad; Alejandro Talavante obtuvo un trofeo en su actuación, al igual que el jinete Hermoso de Mendoza, el francés Sebastián Castella se marchó inédito tras una labor en la que lució desanimado y ausente. En El Domo de San Luis Potosí como en Zacatecas el pirata Padilla se extremó para salir a hombros.
En esta lógica del carro de las ferias tiran los lidiadores locales los que como auténticos gallos de pelea salen al ruedo a confirmar su condición de figuras y reclamar respeto y privilegios.
Me quedan en la memoria los arrimones protagonizados por Sánchez, El Payo y Saldívar, la entrega y compostura de Silveti, el carisma y la capacidad de Macías, y el gran concepto de toreo clásico de Joselito Adame. Uno a uno supieron buscar el triunfo a cualquier costo, en unos casos dejándose la piel en la arena o en otros lidiando con técnica y calidad.
Al hablar del toro mexicano debemos analizar que el momento del campo bravo de aquel país no es óptimo, un alto número de reses resultan deslucidas o descastadas, apenas un puñado de ganaderías son las que presentan ejemplares que sostienen su regularidad en la bravura, merecen mencionarse a los hierros de Fernando de la Mora, Montecristo y San José lidiada en San Luis Potosí la noche del 26 de abril; necesariamente debemos citar a varios hierros que lidian con frecuencia como son: Xajay, Teófilo Gómez, Begoña, Los Encinos, Mimiahuápam y Rancho Seco.
El comportamiento del toro mexicano es distinto, muy distinto al toro español; sus salidas son desconcertantes, usualmente abantos en cuanto aparecen en la arena, tardan en centrarse en los engaños y su pelea con el caballo es irregular; de allí en adelante a partir del segundo tercio, se abre el cajón de las sorpresas con minutos de desconcertantes cambios de lidia; aquel que lucía manso y deslucido termina tomando la muleta con fijeza y calidad, aquel que hizo cosas interesantes en la primera parte de la faena se agarra de piso y exige a su lidiador voluntad y pulso para conseguir estructurar una faena.
Pese a que lo descrito puede ocurrir en la mayoría de los casos, el momento en que el toro mexicano rompe a embestir, el quehacer de los toreros puede alcanzar una dimensión única, ese paso lento y templado frente a la telas otorga a las faenas una condición especial en la que el toreo luce en alta nota y el espada disfruta toreando al ralentí en series largas, hondas y parsimoniosas.
No resulta fácil enfrentar a un toro de esos pagos, son animales exigentes que requieren valor y claridad de ideas para descifrar, minuto a minuto la cambiante lidia de un animal único.
Así está el México taurino tierra de toros y toreros, no en vano en sus plazas se llevan a cabo al año más de medio millar de festejos; a los que siempre será un gusto asistir. Hasta pronto hermanos mexicanos.
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