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El epílogo español de Manuel Capetillo

Lunes, 28 Ago 2023    CDMX    Redacción | Foto: Archivo   
Evidencia de su arte superior y porqué fue primerísima figura...
Aparentemente, la última incursión de Manuel Capetillo por plazas españolas fue un desastre, marcado por su fracaso en la feria de San Isidro de aquel 1963. Tanto así que se volvería a México enseguida, acordando con Chopera, su exclusivista, un breve retorno para participar en algunas de las ferias de agosto y septiembre del mismo año. 

La sorpresa, no registrada por la desigual memoria que de estos asuntos se guarda, fue que, por fin, España pudo conocer entonces algo de lo que los críticos de Madrid habían tenido ocasión de mofarse: el sobrenombre publicitario de "mejor muletero del mundo" con que llegó de México, impuesto años atrás al tapatío por Alfonso de Icaza "Ojo", director y cronista titular de El Redondel. Porque en esa breve campaña –escasa docena de corridas–, Capetillo cuajaría varias faenas importantes que le reportaron éxitos incontestables en plazas como Bilbao, San Sebastián, Salamanca, Barcelona, Bayona y Gijón. 

Dentro de esa seguidilla de triunfos, el más rotundo ocurrió en la feria de Almería, donde le pegó un serio repaso a El Cordobés, que era la figura de moda y estaba arrasando en todas partes. No está de más señalar que los carteles donde encontró cabida Capeto fueron todos de primer nivel, al lado de lo mejor de la baraja española de la época. Algo que hoy quisieran para sí nuestros toreros que hacen temporada en Europa.

Almería, 29 de agosto de 1963

Vamos a los hechos. La terna anunciada, con una corrida del Duque de Pinohermoso, la integraban Manuel Capetillo, Pedro Martínez "Pedrés" –resucitado en Sevilla, a cuya feria abrileña entró como sustituto y salió triunfador absoluto— y Manuel Benítez "El Cordobés", cuyo solo nombre provocó el "No hay billetes" ese día. Vestía el mexicano un terno celeste y oro y mantenía fresco el recuerdo de sus grandes faenas  en Bilbao (24–08–63: desorejó a un toro de Gamero Cívico alternando con Paco Camino y El Cordobés) y San Sebastián (14–08–63: dos orejas de un samuelflores al lado de Diego Puerta y El Cordobés). En Almería el que arrasó fue Capetillo, con cosecha de cuatro orejas y doble e insistente petición de los rabos de sus dos pinohermosos a los que materialmente bordó. Poco dejó para sus alternantes, por más que Pedrés, muy puesto, anduviera en plan magistral y salió a oreja por toro; lo insólito fueron las broncas con las que el público pagó su desencanto ante la floja actuación de Manuel Benítez.

Dos testimonios

Vamos a recurrir a dos testigos que vieron la corrida desde distintos ángulos, uno como corresponsal en España del deportivo mexicano ESTO y el otro como cronista titular de Ovaciones, diario que le disputaba al anterior la preferencia de los lectores de nuestro país. El uno afincado en España, el otro, en breve visita para seguir la campaña de Capetillo y asomarse a los éxitos novilleriles de Gabino Aguilar y Abel Flores por aquellas plazas. Se trata de dos textos que no sólo exaltan la gran actuación del tapatío sino además coinciden notablemente, lo que permite confiar en la fidelidad de los relatos.  

Juan de Asenjo (español)

"El ávido aficionado que hay en mí no se había saciado. Los magníficos redondos de Gijón, el éxito de San Sebastián y aun la medida faena al cuarto toro de Bayona me dieron, sí, una casi definición de Manuel Capetillo. Pero mi avidez no llegaba al paroxismo porque, al no ser testigo de sus tardes épicas, de sus faenas inmortalizadoras de "Tabachín", "Romancero", "Pingüino", "Guapetón", "Rasposo" o "Peluquero" en ruedos aztecas (…) quedaba en esa innata exigencia de perfección la gota que agua que rebase el vaso colmado. Algo me decía que iba a conocer lo insólito, y me vine a esta feria (…) Gijón, San Sebastián Y Bayona me dieron la medida de su arte. Almería, la de su valor y pundonor. Tuve siempre en cuanta que la lucha entre El Cordobés y él había de ser desproporcionada por el abismo que existe entre sus definiciones toreras, y Capetillo –de ahí su mérito—descendió al toreo de impresión del de Palma del Río y en su terreno pugnó y en él ganó esta batalla. 

Las cuatro orejas ganadas y los dos rabos que el presidente se negó tercamente a otorgar no son, pese a ser mucho, la definición exacta de esta conquista. ¿Conciben a un Capetillo recibiendo a su primer enemigo con las dos rodillas en tierra para ligarle dos faroles sin enmienda? ¿O a un Capetillo ligando una faena muy variada pero salpicada con molinetes de rodillas y muletazos por la espalda al estilo de las "arrucinas" aunque más copiosas y arriesgadas? (… ¿Capetillinas?)

No he hecho más que esbozar las armas de que se ha valido un torero de arte en una tarde en plaza española haciendo igualada una lucha desigual con la máxima figura de España. Tal mi sincero acatamiento y mi respeto, porque así es como hay que luchar tarde a tarde (…) El segundo espada, Pedrés, ha cortado dos orejas y ha estado en la línea de dominio y seguridad a que ya nos ha acostumbrado. El Cordobés ha perdido las orejas de su primer enemigo con la espada  y no ha estado afortunado con el sexto. Y es que hoy la tarde pintaba de verde, blanco y rojo, bandera de poderío, portada por uno de sus hijos predilectos." (ESTO, 4 de septiembre de 1963)

Jarameño (mexicano)

"Entre el Mediterráneo, cuya rompiente se convierte en el ritmo del palmeo que acompaña el zapateado flamenco que pulula por doquier, y la cima arenosa, al otro extremo de la ciudad, se levanta una plaza de singular condición: la plaza de toros de Almería. De lo alto de los palcos, engalanándolos, penden los mantones de manila que con tanto garbo portaban al llegar mujeres de brillo deslumbrante en los ojos y perla oscuro la piel (…) Plaza de gente que lo mismo se entrega que resortea indignada con la protesta unánime. Pero gente noble y amiga, que nos convida afectuosa a todos los circundantes en la tradicional merienda en el tendido al doblar el tercer toro.

En este ambiente de feria anual ha venido Manuel Capetillo a cumplir uno de sus últimos contratos en España (…) expectación grande, porque en el cartel está El Cordobés que, hoy por hoy, es tema de disputa airada en cualquier lugar en que se encuentren dos aficionados a toros (…) Después de la bronca auténtica que lo despidió la incógnita permanece ¿Qué es este torero? Pues habrá que verlo más, porque una de dos: o se trata de un caso de complejo psíquico colectivo y no vale nada, o Manuel Benítez salió a reírse de Almería y su buena afición".

"La tarde de Capetillo"

"De celeste y oro –porque vale señalar hasta el último detalle—ha partido Manuel plaza. En las corraletas seis toros del Duque de Pinohermoso. Y empezó la corrida. La corrida en que el mexicano Manuel Capetillo demostró con la evidencia de su arte superior el porqué es primerísima figura del toreo en el sitio donde se pare. Le han correspondido dos bichos muy buenos, como en general ha sido la corrida. Y desde que inició su actuación toreando a la verónica hasta que, tras un pinchazo, dejó una estocada entera en todo lo alto para hacer rodar al cuarto, la labor del tapatío ha sido encauzada dentro de las mejores bases de la suficiencia taurina, y acompañada, señeramente, por las más puras formas del arte de torear, dentro de su inconfundible expresión personal.

Quites variados, faenas plasmadas teniendo como base el natural, el derechazo y el remate de pecho, y culminadas en la euforia triunfal de la variedad total, que solamente da la maestría taurina y el genuino sentimiento artístico (…) Faenas de norma y ejemplo.

Dos orejas de su primero con insistente petición de rabo, y del cuarto dos orejas más y bronca tremenda al juez por negarlo nuevamente. Fue mejor así, porque aquella ovación que los aficionados almerienses han tributado a Capetillo no la podremos olvidar cuando menos tres personas: el propio Capetillo, su banderillero de confianza Antonio Casillas y un servidor. ¡Ah! Y el magnífico aficionado y crítico sentado a nuestro lado que con asombro constató cómo la exclamación de apoteosis tan mexicana del ¡Torero! ¡Torero! Se había trasladado como por arte de magia a la mora, romana y fenicia Almería. ¡Por magia del arte mexicano de Manuel Capetillo!" (Ovaciones, 3 de septiembre de 1963)

Como se habrá apreciado, lo de las peticiones de rabo desatendidas que le costaron al presidente sendas broncas está en ambas narraciones. Las dos recogen la magistral actuación de Pedrés pero difieren en sus juicios sobre Manuel Benítez, seguramente menos condicionado y por lo tanto más libre el abogado mexicano Antonio García Castillo (Jarameño) que el corresponsal español del ESTO. En todo caso, queda claro que Capetillo, luego del fiasco isidril, supo rehacerse y mostrar en España algunas de las razones por las que durante un decenio fue primera figura en México.


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