La tarde de hoy en la Plaza Arroyo, dentro de la segunda fase de “Descubriendo a un torero”,  ha servido para que Héctor Gabriel Ferrer refrendara la proyección que atesora y manifestara avances  que le convierten en uno de los novilleros más interesantes de nuestro escalafón mexicano.

Hoy tuvo el poblano la suerte de encontrarse con un novillo de Guadiana que tenía hechuras como para embestir, y lo hizo con clase aunque sin gran fuelle. No es fácil tomarle el ritmo a acometidas tan lentas, pero Héctor Gabriel lo consiguió con base en la pulcritud de sus procedimientos, sobre todo tomando en cuenta que es un novillero joven.

Sin precipitarse, haciendo las cosas con serenidad y aguante, construyó un trasteo bien estructurado en el que lucieron pasajes por ambos perfiles, templando con mimo y gustándose. Si el de Guadiana hubiera tenido mayor transmisión quizá estaríamos reseñando una faena de grandes vuelos, pero no podemos negar el buen acabado de lo bien hecho.

La oreja fue concedida con toda justicia, pese a acertar con la espada hasta el segundo intento. Un trofeo realmente valioso para un torero que avanza con paso seguro y decidido.

Iván Hernández salió con ansias de novillero y esa actitud le granjeó la simpatía del tendido. Luego de un quite por tafalleras, se dio a correr la mano con sabor por el pitón izquierdo, el mejor  perfil de un bravo ejemplar de El Vergel que tuvo tanta movilidad como codicia, y que requería una muleta con mayor mando.

Tiene buen pulso este chamaco y conecta con los tendidos, y su natural verdor solamente se eliminará toreando. Luego de la petición popular y aunque liquidó de un bajonazo, el juez Gilberto Ruiz Torres concedió una oreja.

Académico se nota el hidrocálido Jorge Salvatierra, que abrió plaza ante un novillo de Guadiana que, aunque fue manejable, pronto buscó la zona de los tableros. El torero le fue paciente y, con base en dejarle la muleta en la cara, consiguió instantes que el público le reconoció, así como las emocionantes bernardinas que ejecutó antes de terminar su labor con una estocada casi entera.

Vibrante el tercio de banderillas que protagonizó Ulises Sánchez, que aderezó con quiebros y galleos. Con mucha afición encaró el compromiso el tlaxcalteca, pero se notó inseguro y verde ante un astado de Guadiana que se movió y tenía cierto picante, aunque transmitía. Algunos pasajes aislados en los que destacó este torero, que a la postre escuchó los tres avisos.