Hoy amaneció con lluvia que se prolongó hasta el mediodía. Y está más que visto que a los tapatíos nos disgusta mojarnos (qué poca afición). Así que ante esa posibilidad, el público no quiso correr el riesgo y se ausentó de la reactivación de los festejos taurinos en nuestra plaza.

En el papel, me parece que un cartel inmejorable -en cuanto a novilladas en México se refiere- más el debut de un hierro jalisciense en nuestra plaza y de un ganadero de esos enamorados hasta los tuétanos de la cría del toro bravo: Octavio Casillas.

Total que el criador se fue con el buen sabor de boca por la aceptación de la parroquia a la presencia de sus toros, el juego excepcional del primero de la tarde -esos de orejas a punto de caer- y el buen comportamiento del tercero de la tarde. Pero inconforme con el juego de los otros cuatro que, si bien cumplieron en varas, así como en la dosis de bravura, el resto no fueron materia idónea para el triunfo de los espadas.

El mejor librado de esta tarde fue el aguascalentense Diego Emilio, quien se llevó un dulce en el sorteo. Voluntarioso como el que más logró pasajes interesantes con "Chumy", un astado lleno de virtudes. Claro, noble, fijo, con ritmo lento y clase. Hombre, el torero se pudo recrear en pases con dimensión por ambas manos, pero la faena que a gritos pedía el pupilo del ganadero Casillas, se quedó para mejor ocasión. El público acompañó el arrastre con una sonora ovación.

Como quiera mande y guste, el de Aguascalientes, se llevó en la espuerta un trofeo y la posible repetición. El segundo de su lote, también fue un buen ejemplar que, para variar requería también que lo esperaran. Luego, por las complicaciones que por la evolución del novillo se presentaron, la faena se desmoronó. Sepultó una entera delanterita y escuchó los aplausos para "Jilote" que, la verdad, mepelea en el parece fueron más de protestas para el espada que por méritos del toro.

No fue la tarde para ese buen torero michoacano, Antonio Mendoza. Como presentación, se fue de hinojos al centro del ruedo; ahí, donde en verdad tiene mérito recibir de rodillas un astado. Larga afarolada, para de pie bordar tres verónicas con mucho sabor, un par de chicuelinas y remate con una revolera. Este toro dio una emotiva con el piquero.
 
Luego llegaron las dificultades; "Franelero" comenzó a ponerse por delante de las cuadrillas, e incluso obligarlos a pasar en falso hasta ¡cuatro veces! ¿a Gustavo Campos 2? Como al novillo le encantó el jueguito, con el torero se dedicó a esperar, a regatearle la embestida y a ver la posibilidad de echárselo al lomo. Mendoza aceptó el reto y echó mano de todos sus recursos para consguir una faena del gusto del público.

El de La Concepción se negó, pero Antonio pudo obsequiar una serie por la derecha de enorme mérito. Vaya que lo tuvo. Toreo de aliño exquisito y eficaz. Dos pinchazos, un aviso y silencio. El segundo de su lote, "Gordillo" tuvo un recorrido muy corto. El torero de Michoacán, se metió a sus terrenos atrasó la muleta y le robó muletazos de mucho peso. Vopluntarioso cerró su actuación con manoletinas y un espadazo desprendido que bastó, para retirarse al callejón en silencio.

De mucho cartel goza Gerardo Rivera en nuestra plaza. Para su desfortuna, la de hoy fue una tarde cuesta arriba. Vamos, su inmensa voluntad no bastó. aunque en justicia habrá que decir que al primero de su lote no lo entendió a cabalidad. No era un toro fácil, no. Pero -a fe buena que- él tiene los argumentos para resolver esas papeletas. La gente lo sabe y se lo recriminó. "Monris" fue bravo; había que llevarlo muy embebido -lo llevó-, pero sus muletazos estuvieron faltos de ligazón y de una distancia y sitio que no son desconocidos para él. Entera delanterilla y aplausos al toro.

Con el segundo de su lote, un ejemplar de corto recorrido y miradas que matan, las cosas mejoraron de rumbo, pero su trasteo se deslizó irremediablemente, luego de un achuchón que lesionó su hombro derecho. Con todo y eso, la voluntad le exigió reivindicarse y obsequió un... un... Bueno, alto, trotón, que arrollaba y embestía a oleadas. Se escupió en varas y no fue picado. Aún así, alguien -o él mismo- pidió el cambio de tercio. Y con la lesión: ya se imaginarán ustedes. este buen estoqueador, a punto estuvo de escuchar el tercer aviso.

A rescatar... la inmensa disposición de la tercia de hoy.