En medio de un torrencial aguacero, que a la postre propició que la novillada fuera suspendida al quedar el ruedo en malas condiciones, el hidrocálido Juan Pablo Herrera cuajó lo más destacado de la tarde en la Plaza México y mostró pinceladas de las buenas cualidades que atesora.

Cuando apenas saltaba a la arena el tercero del festejo, el cielo “se cayó” sobre la capital de la República. No obstante, Herrera le echó afición al asunto e incluso intentó un quinte por zapopinas, lo que comenzó a granjearle la simpatía de una afición que se resguardaba de la tormenta.

A los medios se fue el de Aguascalientes e inició el trasteo con un par de péndulos, quieto como una estatua, y después corrió la mano en dos templadas tandas con la sarga en la mano diestra, aprovechando la nobleza y buen juego del ejemplar de De Haro.

Al natural hubo esbozos de buen toreo y algunos más de altibajos, pero todo con mérito pues el ruedo iba quedando cada vez más dañado. Estoicas las manoletinas con las que Juan Pablo remató el trasteo y seguramente hubiera cosechado una oreja de haber liquidado en el primer intento a espadas.

En la segunda oportunidad dejó un pinchazo hondo, suficiente para que el ejemplar se entregara al puntillero y diera Herrera una vuelta al ruedo en la que fue muy ovacionado, ganándose a nuestro entender la posibilidad de repetir en esta misma temporada capitalina.

El juez Jesús Morales, que no atendió la petición de oreja para el hidrocálido, dejó pasar 15 minutos y, tras ese periodo, determinó la suspensión del festejo. En su mensaje a través del sonido local, la autoridad comentó que, luego del recorrido que hicieron los tres espadas por el redondel, y aunque ya no llovía con la misma intensidad, las condiciones eran impracticables.

El zacatecano Edgar Badillo abrió el festejo delante de un novillo noble, al que le colocó banderillas con lucimiento. De muleta tardó en encontrarle las vueltas a un ejemplar que no tenía un gran recorrido y llegaba a quedarse corto, pero que respondía si se le esperaba con la muleta retrasada y se le daba aire. Algunos detalles de buen calado dejó Badillo y se retiró en medio de palmas.

Muy bueno fue el segundo novillo del festejo, pues era obediente a los toques y se empleaba en los engaños con bravura. El tlaxcalteca Emilio Macías anduvo revolucionado de capote y, en las dos primeras tandas de muleta, se dio a torear con pulso y temple. Sin embargo, no logró mantener el nivel y se le diluyó una buena posibilidad de triunfo, mientras que el público ovacionó al de De Haro en el arrastre.