Una tarde de interesantes sorpresas y momentos de sentimiento se vivió este sábado en la Plaza Arroyo de esta capital, festival de aspirantes a novilleros en el que los cuatro alternantes -Mariano Sescosse, José María Pastor, Héctor Ferrer y André Lagravere- pudieron haber alcanzado el triunfo de no ser por las fallas con el acero.

La faena de mayor calado de cara a los tendidos fue la conseguida por el poblano Héctor Gabriel Ferrer, que actuó en tercer lugar. Y si con el capote se nota todavía no del todo compenetrado, vaya que sabe torear sabroso con la muleta, como ya lo había demostrado en sus anteriores comparecencias en este coso. 

El eral de El Vergel fue realmente muy bueno, sobre todo por el pitón derecho, pues tuvo gran recorrido, transmisión y duración. Ferrer tardó un par de tandas en encontrarle el ritmo para poder templar pero, cuando lo hizo, regaló trazos impregnados de mucho sentimiento, llevando "de aquí hasta allá" las bravas acometidas del ejemplar.

Con la zurda no lo vio claro el chaval, así que de inmediato volvió a la senda derechista y, ya en medio de lágrimas pues la emoción lo desbordó, continuó dibujando series que tuvieron impacto en los tendidos. En un descuido se llevó un susto, pero se levantó sin mirarse la ropa para rematar el trasteo toreando por alto. Una pena que falló con la toledana, pues perdió la posibilidad de llevarse las orejas.

Una grata sorpresa resultó el debut en este coso de José María Pastor, hijo del matador César Pastor. El joven hidrocálido tiene porte y es elegante al momento de ejecutar las suertes, pues tiende al toreo fino. Con decisión cubrió el segundo tercio y, ya con la sarga, delineó una faena muy bonita y con momentos de interesante dimensión.

Comenzó toreando al natural, templando bien y sin forzar al eral, pues tenía poca fuerza. Con esa misma suavidad, y siempre vertical, llevó con mimo las embestidas con la muleta en la derecha, consiguiendo momentos de muy buen acabado, acompañando con la cintura y alargando el trazo lo más posible. La estocada fue trasera y poco efectiva, de tal forma que tuvo que hacer uso del descabello, perdiendo así la oreja.

André Lagravere "El Galo" brindó una tarde interesante delante del cuarto eral, pues el sardo de El Vergel presentó complicaciones y se quedaba muy corto por el pitón derecho, embistiendo de forma descompuesta. El joven yucateco entendió la lidia requerida y, luego de cubrir de buena forma el segundo tercio, se puso la muleta en la zurda para estructurar su faena por este perfil.

Aguantando y bien plantado, logró esforzados naturales, pases que le resultaron muy templados y largos, con empaque y eco en los tendidos. Después, ya con el dominio de la situación, se puso la sarga en la derecha y, forzando, extrajo muletazos meritorios. Al igual que sus alternantes, no anduvo fino con el acero, pues dejó una estocada en la que caló a la ejemplar y ésta no fue suficiente.

Una actuación solvente y muy bonita fue la que tuvo el zacatecano Mariano Sescosse, que enfrentó a un ejemplar complejo, pues tenía poca fuerza y tendía a perder las manos si se le forzaba, pero en el tercer tercio no tardó en desarrollar sentido. Con paciencia y poniéndose en el terreno requerido, Mariano logró muletazos con su característica clase, por ambos pitones.

Cuando lo llevaba sometido y el ejemplar no perdía las manos, surgieron los mejores momentos de un trasteo muy interesante y en el que el zacatecano puso de manifiesto que va asimilando correctamente la técnica del toreo. Al final, no fue certero con la espada y se esfumó la posibilidad de llevarse un apéndice.