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Agridulce triunfo de Silis en La México

Domingo, 12 Mar 2017    Ciudad de México    De Labra | Foto: Hidalgo           
Antonio Mendoza estuvo bien toreando, pero fatal con la espada
La primera corrida del ciclo rebautizado "Sed de Triunfo" dejó algunos pasajes interesantes para el recuerdo, y otros francamente para la estadística… o el olvido, como fueron esos dos toros vivos que se dejó Antonio Mendoza, evocando así al genial Amado Ramírez "El Loco" -¡qué no pudo matar tres!- también en la tarde de su confirmación de alternativa, el 6 de febrero de 1955.

Y al final, la oreja que cortó Juan Luis Silis tuvo un sabor agridulce, debido a que también se hizo un lío con la espada en el quinto y emborronó la buena impresión que había dejado en el de la ceremonia, pues fue el otro torero que durante la corrida de hoy ratificó su doctorado tras haberse quedado anunciado en diciembre de 2013 como consecuencia de la gravísima cornada de Pachuca que casi lo quita de este mundo.

Así que no desaprovechó la nobleza de ese toro llamado "Pelotari" y le dio largos y sabrosos muletazos (perfilero y asentado, muy en la cuerda de su maestro, Mariano Ramos), luego de haberle hecho un rítmico quite por tapatías.

Ese brindis al cielo confirmó el esfuerzo que ha hecho por colocarse, yendo recientemente a torear unas pachangas incruentas a Costa Rica con tal de ver un pitón. Pero el sentimiento torero ahí está, intacto, sobrio, y se notó que brotaba en cada muletazo que fue coreado con entusiasmo.

Quizá el aspecto más inteligente de toda su labor fue haber citado a recibir, para terminar ejecutando una habilidosa estocada al encuentro -delanterilla y desprendida- que tuvo impacto entre el público y contribuyó a que se le concediera una oreja, casi garantizándole de golpe uno de los dos "toros-premio" que aguardaban en los toriles.

Después fue una pena que el viento no le dejara confiarse en el quinto, que tenía transmisión y mucho que torear, y no acabó como Silis hubiera deseado. La deslavazada faena que le hizo, en medio de esas molestas ráfagas, acentuaron más su falta de sitio. Y lo lamentable fue que anduvo pésimo con el descabello, intentando descargar el golpe colocando la punta de la espada sumamente tendida, y no es que sea imposible descabellar con esa técnica, pero para ello hay que tener muy bien hecho el tranquillo.

El otro veterano del cartel era Christian Ortega, que clavó un extraordinario par de banderillas al segundo de la tarde, un toro que acabó soseando y no dejó al torero de dinastía mostrarse a lo largo de un trasteo sin relieve que no consiguió revertir la presión de la gente, que no le tuvo ninguna paciencia no obstante la disposición que manifestó.

Sorprendió ver a Oliver Godoy en esta campaña de oportunidad, ya que tenía varios meses sin torear y todo apuntaba que se había retirado. Sin embargo, el tapatío mostró su bien aprendido oficio delante de un toro muy bravo de salida y de espectacular comportamiento en varas, al que El Pollo Martínez le dio un puyazo de antología, con una torería de gente grande a caballo.

El toro acusó esa dura pelea en varas y cuando parecía que iba a brindar un excelente juego en la muleta, comenzó a embestir con la cara a media altura y sin entregarse. Oliver había comenzado a torear muy bien, con valor y suavidad, pero no pudo hacer mucho más en cuanto el toro se desfondó.

Antonio Mendoza apuntó el concepto más sólido… menos con la espada. El capitalino tiene hechuras de torero y maneja muy bien el capote. Estuvo muy valiente con el toro de su confirmación, con el público de su lado, metido entre los pitones y sacándole partido al de Rancho Seco. Pero la espada volvió a traicionarle, como tantas otras veces en su etapa como novillero.

Por cierto, al público le molestó mucho que un jurado compuesto por las peñas le asignara la lidia del sexto, y con justa razón porque a nadie se le puede premiar cuando se deja un toro vivo. Ahí, lo suyo, hubiese sido rifar ese ejemplar entre los tres espadas que no cortaron oreja (entre ellos, el propio Mendoza) para ser más democráticos, y utilizando el infalible "aplausómetro".

Dicha arbitrariedad le granjeó a Mendoza la antipatía de un sector de la plaza, que no vio con buenos ojos un tímido bosquejo de faena ante un toro alto, soso y parado, que también se fue vivo luego de innumerables pinchazos.

Causó extrañeza no ver las cámaras de la televisión en la plaza. Aunque los toreros triunfen, de poco valdrá el esfuerzo que hacen ellos y la propia empresa, ya que la difusión mediática masiva de este tipo de eventos se circunscribe a los reducidos espacios que -por fortuna- todavía conservan algunos medios de información general.

A ver si el próximo domingo los toros de Piedras Negras llevan más gente a los tendidos de La México, la promoción debe ir enfocada por ese sendero, sobre todo después de una ausencia tan prolongada de una de las ganaderías legendarias más emblemáticas que existen en la actualidad.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Primera corrida de la Temporada "Sed de Triunfo". Unas 900 personas en tarde fresca, con intermitentes ráfagas de viento y unas cuantas gotas de lluvia. Toros de Rancho Seco, desiguales en presentación y juego. Pesos: 512, 525, 552, 503, 504 y 545 kilos. Christian Ortega (negro y oro): Silencio tras aviso. Juan Luis Silis (lila y oro), que confirmó la alternativa: Oreja y pitos tras dos avisos. Oliver Godoy (sangre de toro y oro): Palmas. Antonio Mendoza (blanco y oro), que confirmó la alternativa: División tras tres avisos y pitos tras tres avisos. Incidencias: Silis confirmó con el toro "Pelotari", número 134, cárdeno, con 512 kilos. Mendoza confirmó con el toro "Don Juan", número 136, negro, con 552 kilos. Destacaron en banderillas Ángel González, que saludó en el 3o.; Cristhian Sánchez, en el 4o., y Héctor García, en el 5o. El Pollo Martínez colocó un puyazo soberbio al 4o., y se descubrió al abandonar el redondel.


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