Refrescante resultó el festival celebrado anoche en la Plaza Arroyo, dado que brotó la afición más pura al tratarse de aficionados prácticos y alumnos de Prepa UP que se plantaron en el ruedo para dar rienda suelta al gusto de estar en la cara de un animal bravo.
Sin la presión de triunfar para ganarse una repetición, muy lejos de los múltiples intereses y fuera de cualquier motivación económica, más que la satisfacción siempre profunda de un triunfo personal, el ambiente fue muy diferente a un festejo normal y en el aire rondaba la alegría que significa ser aficionado a la tauromaquia.
Relevante también el hecho que un institución educativa tan seria como la Prepa UP organice un festival taurino y apoye decididamente a la Fiesta Brava en estos momentos tan complejos que se viven en torno a un espectáculo incomprendido y atacado por diversos flancos.
Esta preparatoria cuenta con un taller de tauromaquia en el que los alumnos inscritos aprenden los fundamentos básicos del toreo, así que los chavos tuvieron la oportunidad de probarse anoche ante una becerra de San Maximiano.
Risas y nervios se entremezclaban, pero el gesto de satisfacción de los alumnos no se comparaba con nada; vamos, que sentir "el cante" no es cualquier cosa. Hasta el sacerdote capellán de la escuela no quiso quedarse al margen y le salió a la vaca.
Ya en la lidia normal del festival, el espigado José Carlos Lombana realizó la faena de mayor calado artístico, al último de la noche. El ex alumno de Prepa UP se encontró con un eral de estupenda condición y logró confiarse para llegar a torear con verticalidad y buena planta, sobre todo por el pitón derecho, que era el mejor de un astado de San Maximiano que a la postre fue indultado. Para Lombana, los máximos trofeos simbólicos.
Dos orejas se llevó Agustín Torres, que también fue alumno de la referida institución. Alegre y con capacidad para conectar pronto con los tendidos, dejó momentos que resultaron del agrado del público, como un par de series por naturales de muy bella factura y desmayado trazo. Variado anduvo este joven aficionado práctico delante de un eral que mereció arrastre lento.
Debutó como aficionado práctico el entusiasta Alejandro Gómez Mont, alumno del matador Gilberto Ruiz Torres y que también estudió en Prepa UP. Una oreja paseó el capitalino como premio a la voluntad derrochada en el ruedo de la Plaza Arroyo, corazón que no se arredró y que le permitió incluso hacer un quite por faroles invertidos.
Agradable velada la vivida en la Plaza Arroyo y de esos festejos que de vez en cuando nos recuerdan la autenticidad de nuestra afición taurina