El cerrojazo del carnaval autlense fue diferente a lo que esperábamos. Esa ilusión que nos despertó el bien presentado encierro de Campo Hermoso; la segunda comparecencia del mayor de los Adame; un Diego Silveti que avanza y –por qué no– el debut de Paquirri hijo en Autlán, el viento inusual que sopló durante el serial, el derrumbamiento constante de los toros, y la desgana del hispano, se la llevaron sin remedio.

De no haber sido por la profesionalidad de los paisanos, el festejo pudo haber sido de bostezo.

Joselito Adame porfió con el toro primero de su lote. Melocotón de pelaje gustó al público, el astado propició un taurinísimo pasaje al acudir –como el resto de sus hermanos– presto al caballo y pelear humillado en serio con César Morales. Ovación. Adame lo llevó en la muleta con pinzas; pero “Alegría”, que solamente de salida honró su nombre, no pudo conservar la fortaleza requerida para cumplir con su cometido.

Convertido el burel en una roca, la suerte suprema se antojaba imposible. Por fortuna, el de Aguascalientes sepultó una estocada entera en la que se recreó de forma por demás ortodoxa. Toda una cátedra de cómo se matan los toros “al volapié”. Javier Medina –Usía– que es un buen aficionado mostró de inmediato un albo pañuelo. Vuelta al anillo con mucha fuerza… los tres avisos del sábado están olvidados.

Otro melocotón fue el segundo de su lote. Un pellizco fue el –dizque– puyazo; mas a pesar de todo, "Fiestero" se desfondó. Decidido, José acortó al mínimo las distancias, trató con algodones al burel y consiguió alborotar la gallera. De plano por lo encunado, por lo valiente, por lo atrasado del engaño, no faltó el achuchón. Se vislumbraba la salida en hombros.

Abrochó su trasteo por  “luquesinas”, y se volcó sobre el morrillo. Pinche y pinche –de pinchazos, claro. Así es ésta vaina. Ni modo. Bueno, los autlenses le despidieron muy cariñosamente al concluir el festejo.

Diego Silveti fue hoy un torero, fundamentalmente, pausado e inteligente. Al espectacular primer castaño de su lote (se llevó un par) lo entendió rápido; se puso en la exactísima distancia que pedía el toro y echó mano del tirabuzón en series cortas que venían a cuento, por las condiciones de lidia y de viento. Todo mundo feliz en la plaza; pero válgame Dios, se puso tan pesado (perdón por la cacofonía) con la toledana, que hasta lo mensajearon desde las alturas.

Con “Piedrita”, ejemplar que hizo la salida más alegre de la tarde (recorrió gustoso el anillo, remató aquí, allá, acullá, y yujujuy, yujujuy) al final le hizo honor a su nombre. Sólo que el irapuatense no estaba dispuesto a dejar pasar las cosas sin mostrarse.

Se apretó Silveti los machos sin alardes ni aspavientos, se sacó de la bolsa otra vez el tirabuzón en terrenos tan comprometidos, que hasta pensamos, sentimos y dijimos: éste ya cortó una oreja al menos. Pues fíjese usted que no. A pinchar y pinchar. Éste nunca va a trabajar en una fábrica de globos. Tanto que le gusta a la gente, y él con sus cosas. También lo despidieron cariñosamente.

Al que no despidieron con cariño fue a Francisco Rivera "Paquirri". Los dos toros que le correspondieron, igual que los de sus alternantes, tampoco tuvieron la fuerza necesaria. Pero –y aquí viene el "pero"– la disposición mínima, tampoco la tuvo. Ora sí que como Fox con Castro… vienes, "cobras", y te vas. Pues que le vaya bien.