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Zotoluco: con el corazón en las manos

Viernes, 24 Feb 2017    Ciudad de México    Marisol Fragoso | Especial   
Habló para 6 Toros 6 de las sensaciones tras su despedida
Apenas una cuantas horas después que Eulalio López "Zotoluco" se ha cortado la coleta en el ruedo de la Monumental Plaza México, ha concedido la presente entrevista para la revista española 6 Toros 6. Dado que el torero ha decidido no hablar con los medios durante un tiempo largo, mismo que desea dedicar a descansar, hemos decidido reproducir el texto en este espacio para que el lector, especialmente el de México, conozca el sentir de este torero.

Vamos allá…a esa noche en que sus hijos Álvaro y José María se encargaron de retirarle el añadido en el ruedo de la Plaza México. De inmediato, Eulalio nos muestra la huella que en su cabellera ha dejado la tijera y la que en su corazón aún duele, producto de esta despedida.

Ahora, Zotoluco se encuentra en el tradicional Club de Golf Chapultepec, practicando este deporte, el cual, es otra de sus pasiones en la vida. Recién ha concluido un juego en el que han tomado parte las siguientes estrellas: la golfista Lorena Ochoa; el futbolista Jorge Campos, el matador Enrique Ponce, el propio Zotoluco, así como el coach Horacio Morales. Con excepción de Ponce y de este último, los demás partícipes, antes o después, han dado por concluida sus respectivas carreras profesionales.

Olvidándose del mundo, cada cual se ha divertido y se ha relajado en esas horas que han pasado juntos con el bastón en mano, golpeando la pelota y recorriendo los 18 hoyos de este campo de elite, tal como se mostraría más tarde en redes sociales.

Con apenas tiempo de tomar una ducha y colocarse un elegante conjunto sport, Eulalio se anticipa y aclara: "como decimos en México… aún no me cae el veinte, lo único que tengo claro es que tengo resueltas las próximas dos semanas de mi vida con invitaciones de amigos a varios lugares turísticos y después, ya se verá…hoy quiero hablar de mis sentimientos".

En su rostro se refleja que ha sido un largo año para él. A partir de que anunció su retiro, el transcurrir de su gira, le  ha dejado huella: "en realidad han sido dos años de pensamientos y acciones muy fuertes", reconoce, "ya que cuando anuncié hace un año que me iba de la profesión, llevaba otro año meditando en eso".

Agrega: "Hoy te pongo mi vida en las manos, aquí está mi corazón y lo más sagrado que tengo, para que lo transmitas a toda esa gente que me siguió por 30 años, de hecho por 33 años, si contamos los que pasé como novillero; a toda esa afición que me brindó todo su cariño pero que también me exigió; para que sepa, igual que aquellos que creyeron en mí, en muchas partes y plazas del mundo; que fui capaz de llegar hasta aquí… de llegar a este nivel que nunca imaginé y de decirles que a mis 49 años, me he retirado como siempre lo soñé: en plenitud de facultades y feliz".

Con las emociones a flor de piel, Lalo, que experimenta un cambio radical, mismo que se gestó a partir del pasado sábado 4 de febrero, reconoce que lo suyo es vivir al máximo día a día. Así fue desde que decidió convertirse en torero, de ese modo ha sido su carrera profesional y así seguirá siendo el resto de su vida.

"Ay… fueron muchas emociones, a partir de que pensé en mi despedida en la Plaza México, quise estar al pendiente de todo y eso implica un desgaste muy grande. Bendito sea Dios que salieron las cosas muy bien. Me siento cansado de tantas emociones que viví en el ruedo lo largo de esa tarde. Lo que me dieron mis hijos, mis niños de la Fundación, la forma en que me trató el público, desde que llegué a la plaza en mi camioneta hasta que me sacaron a hombros. Es difícil contar paso a paso lo que aconteció”.

Vamos entonces a tus inicios como torero…

-Mi etapa como novillero fue muy difícil, de lucha, de esfuerzos y de vivir de sueños, al igual que mis primeros años como matador. Entonces toreaba apenas 3 o 4  corridas al año y le costaban a mi papá, que en paz descanse. Luego tuve la oportunidad de triunfar en la Plaza México, que me catapultó para salir adelante. Por eso me hacía tanta ilusión despedirme en esa plaza. Al paso del tiempo, toda esa dureza se fue convirtiendo en sueños hechos realidad.

-¿Cuál tu sentir ahora mismo?

-Lo inmediato que tengo como prioridad es mi familia. He toreado 1,128 corridas en las que sólo sufrí cuatro cornadas. Soy un hombre que viene de una familia que viene del esfuerzo en el campo bravo tlaxcalteca, donde trabajó mucho mi padre. He aprendido a valorar lo acontecido en mi carrera. Dios me dio la oportunidad de tener el valor, de tener las cualidades para vestirme de torero y de llegar a ser alguien en la vida”.

-¿Continúas con la filosofía, del día a día?

-Claro porque cualquier torero sabe que se juega la vida tarde tras tarde. Mi vida fue creciendo gracias a ese esfuerzo del día a día y de tarde tras tarde en México, en España, en Francia, en fin, en cualquier plaza del mundo. Salía y sabía, cómo y cuándo me iba de mi casa pero no cuando y de qué manera iba a regresar. Todo eso te forma un carácter como torero y como ser humano. El decir todo esto, es decir que sigo vivo gracias a haber tenido la capacidad de enfrentar toros de cualquier encaste en cualquier país y en muchas de esas tardes salir triunfador.

-¿Cuáles fueron las tardes más duras que te representaron un aprendizaje mayor?

-Aquí en mi país se me fueron tres toros vivos. Uno en Guadalajara, uno en San Luis Potosí y otro en Saltillo y es el peor fracaso para un torero. Otras tardes muy duras fueron cuando estuve a punto de sufrir o sufrí grandes percances, una de ellas fue en Madrid, después de haber cortado una oreja, la empresa me repitió y cuando me salió un toro buenísimo no fui capaz de estar a la altura. Esa tarde me centró porque fracasé y aprendí muchísimo. Tenía que redoblar esfuerzos.

-Ya hablaste de la hiel, ahora vamos a la miel de esas tardes que te dejaron satisfecho como torero…

-En principio diría que todas, por haber tenido el valor de vestirme de torero. Eso para mí es maravilloso porque ya estaba cumpliendo mi realidad. Todas mis tardes fueron trascendentales porque son la historia de mi vida. De esas 1,128 tardes, sólo en cuatro no salí de la plaza por mi propio pie. Y me da gusto decirlo porque haber matado más de 2 mil toros y que sólo cuatro me hayan cogido es un gran mérito. Obvio tengo mis tardes claves como el corte del rabo del toro "Venadito" de Vicky de la Mora; el indulto de "Romerito" de Los Encinos, ambos en la Plaza México; la oreja de Madrid; los Miuras de Pamplona de Sevilla, de Nimes; los Victorinos de Valencia, etc., que me ayudaron para seguir avanzando.

-¿Alguna vez perdiste el piso?

-Sí lo perdí. El toreo es maravilloso pero hay que luchar mucho para hacerse un lugar. Resulta que cuando después de ligar algunas actuaciones buenas, se me abrió el mundo, al grado de sumar hasta 70 corridas al año, ese cambio drástico en mi vida, me hizo sentir que era intocable, que era el mejor y que todo me lo merecía. Afortunadamente, hubo gente que me puso en mi sitio, pero principalmente, fue mi esposa Leticia, que me ubicó de nuevo. Y el más duro de ellos fue, el de cuatro patas: el toro que te pone en tu lugar muy pronto. Ese fue mi aprendizaje para poder mantenerme.

-Englobando tu pasado lejano con el reciente… recuerdas cuando en Pamplona la gente se puso a corear tu sobrenombre y hace una días en La México, los aficionados te encendieron las linternas de los celulares al ritmo de Las Golondrinas…¿Qué hay de esas satisfacciones y  de esas sensaciones?

-Fue maravilloso, increíble, que, siendo mexicano, en España, en la cuna del toreo, ante un público como el de Pamplona, haya sido capaz de que mi actuación con un toro de Miura, provocara eso, fue un momento mágico. Y esa magia volvió 15 años después, cuando caía la noche en mi despedida en La México. Eso siempre lo llevaré en mis entrañas. No hay cómo pagarlo porque fue el momento en que la gente me reconoció todo lo que hice, todas las veces que he puesto en alto el nombre de México. Esas sensaciones me las voy a llevar conmigo, cada vez que lo recuerdo, me pongo a temblar porque son sentimientos que nadie más que yo los puede haber disfrutado.

-¿Qué pasará ahora con tu Fundación?

-Siempre me ha gustado ser un hombre que ayude a la gente. Siento el compromiso de aportarle algo a la sociedad. Yo voy a seguir ayudando a esos pequeñitos que tiene problemas visuales a que por sus propios medios sobresalgan y sean felices, porque esos pequeñitos son unos ángeles. Uno de los caminos para lograrlo es el golf, ya que cada año organizo un torneo benéfico. Lo seguiré haciendo con todo el corazón. Pero no estoy sólo, me ayudan mis amigos.

-Después de todo este desgate en este año reciente ¿cómo te vas a consentir y a apapachar?

-Creo que las cosas se irán dando solas. Afortunadamente tengo a mi familia, tengo a muchos amigos. Con el apoyo de mucha gente, me podido despedirme como siempre lo soñé. Ha sido un sueño más que he cumplido, gracias al apoyo de personas muy queridas como Alejandro Silveti, Alonso Cuevas y la cooperación de la empresa, desde Mario Zulaica, Javier Sordo y la familia Bailleres, don Alberto y su hijo Juan Pablo. Hubo momentos muy emotivos y sentimentales, estaba lleno de llanto por dentro porque estaba cerrando un ciclo en mi vida. Todo lo que empieza termina y ese día para mí, se acabó. Me voy con la frente en alto, me voy feliz, a sabiendas de que no me quedé con nada porque el toreo me lo dio todo, pero yo también se lo di todo. Así que estamos a mano.


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