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Una felicidad fugaz

Domingo, 12 Feb 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo           
Paco Ureña firmó la faena más estructurada de la tarde
Después de las dos tardes tan emocionantes del fin de semana anterior, el desencanto sobrevino hoy con una corrida de escaso relieve, en la que sólo en contados momentos el toreo brilló a buen nivel, pero sin llegar a romper para que el entusiasmo del público elevara la intensidad y se viviera un nuevo triunfo en la Plaza México.

Y aunque en el papel estaban las condiciones planteadas para que las cosas salieran bien, al final no pudo ser. Esa frustración es la que sintieron los toreros, y quizá también los ganaderos de Barralva, que habían conseguido traer un encierro con cuajo -aunque un tanto disparejo de hechuras-, que no dio el juego esperado.

La tarde había comenzado bien con una faena sólida, bien estructurada y torera a cargo del debutante Paco Ureña, con el único toro realmente bueno para gustarse, el de la ceremonia de confirmación, que tenía unas magnífico trapío, galopó con tranco y fue a más conforme consiguió encauzar aquellas templadas embestidas.

Por el pitón derecho discurrieron esos momentos de toreo largo, asentado, con sentimiento, parte medular de una labor a la que al murciano le faltó romper un poco más. Dio la impresión de que el público -a veces demasiado frío al comienzo de cualquier festejo- no terminó de comprender lo que buscaba expresar Ureña, y hubo, inclusive, quienes se decantaron por el magnífico juego del toro, que fue premiado con arrastre lento.

Cabe rescatar tres series en redondo, con mucho temple, que constituyeron la parte medular de un trasteo que terminó con arriesgados muletazos cambiados por la espalda, en los que Ureña se mostró tan valiente como sincero. Y cuando parecía que podía cortar una oreja, emborronó lo conseguido con un deficiente manejo de la espada, asignatura reprobada esta tarde por los tres toreros del cartel.

Luego le tocó plantar cara al cuarto, un ejemplar distraído que embestía con la cara a media altura. A base de aguante y de taparle bien la cara, Ureña le robó muletazos de mérito a lo largo de una faena que no podía tener redondez debido a esa falta de fijeza del de Barralva. Una estocada atravesada echó por tierra la sana intención de resarcirse y dejar una mejor tarjeta de presentación.

Fue una mala pasada que el tercero, que era un zapatito, y muy agradable por delante, se diera una vuelta de campana que lo dejó muy mermado de fuerza para el resto de la lidia. Sergio Flores abrevió cuando se dio cuenta de que la gente empezaba a desesperarse.

Consciente de que era importante repetir su excelente actuación anterior, en la que cortó dos orejas, mostró una encomiable actitud delante del sexto, un toro alto y fuerte, que terminó rajándose en la zona de tablas, cerca de la puerta de toriles, ahí donde el tlaxcalteca estuvo inteligente y le dio varios muletazos que agradeció el público.

Pero la espada -otra vez la espada- le impidió acercarse a ese anhelo de seguir escribiendo páginas triunfales en su relación con una plaza donde tiene un importante palmarés que habla bien de su constancia y su profesionalismo.

Arturo Saldívar pechó con un primer toro que se armaba mucho y resultaba complicado meter en el engaño.

El quinto era un tacazo de toro, muy en Atanasio, bajo, hondo, paliabierto, pero… tenía mucho que torear. Saldívar lo vio claro en el entonado inicio de faena, pero luego el toro no se entregó, comenzó a puntear en la muleta y luego terminó defendiéndose. Así era imposible hacerle fiestas. Fue una actuación aciaga para el hidrocálido, al que se le percibe sin la concentración de años anteriores y debajo del nivel que había alcanzado.

A ver si el domingo entrante, teniendo como bases del cartel a Pablo Hermoso y Joselito Adame, la Temporada Grande vuelve a regalarnos una tarde de esas como las pasadas, pues sería muy sano para el resto de un ciclo de transición que merece ir hacia arriba en esta recta final.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Decimoquinta corrida de la Temporada Grande. Menos de un cuarto de entrada (unas 6 mil personas) en tarde agradable. Seis toros de Barralva, varios de encaste Atanasio Fernández, disparejos en hechuras, de poco juego en su conjunto, salvo el 1o. que tuvo clase. Pesos: 528, 538, 508, 539, 536 y 545 kilos. Paco Ureña (blanco y oro), que confirmó la alternativa: Palmas y leves pitos. Arturo Saldívar (tabaco y oro): Pitos tras aviso y silencio. Sergio Flores (tabaco y plata): Silencio y ovación. Incidencias: Ureña confirmó con el toro "No que no", número 277, negro, con 528 kilos. Destacó en varas Luis Miguel González, que picó muy bien al 6o.


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