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Ponce y el as de corazones

Sábado, 04 Feb 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Foto: PM           
El público se rompió con el valenciano en dos faenas de las suyas
La apuesta de hoy no era fácil para Zotoluco, ya que un mano a mano con Enrique Ponce en "su" plaza siempre conlleva un riesgo: ser superado por un consentido del público capitalino. Y la lección por parte del valenciano fue clara: en el toreo, cada quien va a lo suyo y se olvida de las concesiones; salta el toro a la arena y pone a todos en su sitio.

Aunque resulte innegable que el público de La México despidió a Eulalio con mucho cariño, el éxtasis lo provocó Ponce. Así que se puede afirmar que este mano a mano "de papel", como otros a lo largo de la temporada, no tuvo relieve competitivo, sino que discurrió en dos carriles paralelos, pero bien diferentes. Por una parte, la nostalgia que supone ver por última vez a un torero que aquí se forjó un nombre y un prestigio; por otra, la de un ídolo que sigue siendo un ídolo, alguien al que se adora y se le aplaude todo cuanto hace. Una cosa es el cariño, y otra muy distinta es la pasión. Y si no, pregúntenle a una mujer.

Y cuando se esperaba que Zotoluco hiciera una faena trascendente al tercer toro de la corrida, un ejemplar armonioso, fino de tipo y encastado, no consiguió enseñorear esa sólida tauromaquia como hubiese deseado la gente, la que lo colocó en figura después de matar entera la camada de Miura en Europa durante la temporada del 2002.

Quizá ya desde que vio anunciado el nombre del toro en la tablilla, su mente voló a aquella tarde de Texcoco, cuando enfrentó un toro muy bravo, berrendo, del mismo hierro, que se llamaba igual que éste –"Voy y vuelvo" – y que terminó regresando a la ganadería queretana tras haber peleado sin reserva para ganarse un lote de vacas como semental.

O tal vez fue la presión que representaba el compromiso tras una larga temporada de despedida exhaustiva, que incluyó plazas de todo calibre, desde las monumentales hasta aquellas otras modestas –y con manojos de pasto en la arena– de la periferia de la Ciudad de México donde comenzó su durísima ascensión a la cima del toreo.

Así que sin el relieve de otras actuaciones, tan brillantes y recias, Eulalio se tuvo que conformar con eso: el cariño de la gente que aplaudió su entrega en un primera faena valiente y eléctrica ante un toro complicado, o esa otra alegre y variada ante otro huidizo, pero no en ese otro trasteo medular de una tarde sin clamor delante del toro.

La deletreada estocada con la que mató al segundo de su lote, le valió el corte de una merecida oreja, y si al final lo sacaron a hombros fue, precisamente, por el respeto y reconocimiento a una trayectoria de torero macho que ahí queda como ejemplo de profesionalismo a lo largo de más de 30 años.

Y fue con ese toro con el que también dijo adiós un magnífico picador de toros: Ignacio Meléndez, que picó con torería y saludó sobriamente, castoreño en mano, con la sencillez en que lo hacen los más grandes.

Una vez retirado Zotoluco, ahora toca turno a los Adames, los Payos, los Sánchez, los Saldívares, los Silvetis o los Flores, venir a dar la pelea a las figuras ultramarinas, que siempre tienen un as debajo de la manga, como el que sacó Ponce a relucir en esta tarde de pletórico romance con el público; el as de corazones con el que hoy ganó la partida a Eulalio.

Si al primer toro de su lote, de nobles embestidas, lo toreó a placer, de menos a mucho más, con la gente volcada a su labor, hasta tumbarle dos orejas, al cuarto, –alto y hondo– se lo zumbó en un trasteo de esos para tomar nota.

El de Fernando de la Mora, que había hecho cosas muy chungas de salida, acabó rompiendo a embestir porque Ponce nunca le quitó la muleta de la cara, y una de las virtudes del toro fue la transmisión, de tal forma que terminaron fundiéndose en una obra de intenso calado que enloqueció a la gente.

El arrebato sobrevino con naturalidad en los redondos, los naturales, los cambios de manos, y todos aquellos detalles de la magnífica puesta en escena de Ponce, un maestro del espectáculo que sabe muy bien qué va a comunicar y cómo lo va a conseguir, amén de los infinitos recursos taurinos y una claridad de ideas de impresionante valía.

Y aunque el último toro ya no fue lo que se esperaba, porque embestía de manera incierta y punteaba, además de ser deslucido, Ponce ya había dejado en claro a qué había venido, mientras El Juli, metido en un burladero del callejón, no perdía detalle de lo que ocurría, ahora que mañana él y Morante se verán las caras en el coso de Insurgentes y tratarán de superar al valenciano.

No hay que olvidar que en la corrida del domingo 19 de febrero hay dos puestos vacantes, y Sebastián Castella ya tiene un triunfo que podría colocarlo en ese cartel (al lado de Pablo Hermoso y Joselito Adame), así que la cosa se ha puesto interesante. Ya veremos qué ocurre este domingo. Por lo pronto, la salida a hombros de Zotoluco y Ponce resume años de esfuerzo y amistad de dos representativos maestros: uno que se va… y otro que parece infatigable.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Decimotercera corrida de la Temporada Grande. Dos tercios de entrada (unas 25 mil personas) en tarde de temperatura agradable, pero con algunas ráfagas de viento al final. Toros de Fernando de la Mora, desiguales en hechuras y juego, algunos con demasiados kilos, de los que destacó el 2o. por su nobleza (premiado con arrastre lento) y el 3o. por armonioso trapío y su bravura. Otros, como 5o. y 6o. resultaron mansos. El 1o. fue incómodo, y el 4o. tuvo transmisión. Pesos: 554, 542, 515, 561, 518 y 540. Eulalio López "Zotoluco" (sangre de toro y oro): Silencio, oreja y vuelta tras aviso. Enrique Ponce (tabaco, con oro y plata): Dos orejas, vuelta tras dos avisos y silencio. Incidencias: Al finalizar el paseíllo varias peñas taurinas entregaron reconocimientos a Zotoluco. Luego de la muerte del 5o., los hijos del maestro, Álvaro y José María, le cortaron el añadido en presencia de los alumnos de su fundación de niños con discapacidad visual, así como un mariachi. El picador Ignacio Meléndez se retiró tras picar al 3o. Destacó en la brega y con los palos Cristhian Sánchez, que saludó en el 3o.


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