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Suerte y entrega, las claves de Castella

Domingo, 29 Ene 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Foto: Hidalgo           
Sorteó el mejor lo te de los Encinos y cortó dos orejas
Además del triunfo de Sebastián Castella con el quinto toro de la corrida, la noticia más destacada de la tarde fue que la Plaza México registró la mejor entrada de la presente Temporada Grande. Qué distinto resulta ver los tendidos de la monumental más poblados de aficionados y espectadores deseosos de que las cosas salgan bien. Cómo cambia la cosa.

Así que desde la cerrada ovación para los tres toreros del cartel, habiendo salido primero El Payo a recoger el cariño de la gente, en el ambiente se palpó esa predisposición del público a disfrutar un festejo que estaba aderezada con la impecable presentación de los toros de Los Encinos, y la actuación del rejoneador Jorge Hernández Gárate.

Fue una pena que al final les faltara más fondo de fuerza y casta, porque nobleza la tuvieron toda. Pero de una ganadería tan bien encastada (en San Mateo, vía San Martín, y Santa Coloma, vía Buendía) siempre se espera que los toros tengan más brío en las embestidas, que sin duda es algo por lo que ha trabajado con mucha dedicación Eduardo Martínez Urquidi durante más de tres décadas.

Con todo y eso, se puede afirmar que el encierro mantuvo un mismo tono de comportamiento y que los toreros anduvieron a gusto, pero a veces sin poder expresarse a placer con algunos ejemplares que no proyectaban emoción al tendido, como fue el caso del quinto y el sexto.

El torero francés tuvo a la suerte de su lado, porque se llevó el lote con más clase de la corrida, compuesto por un primer toro un tanto basto, por zancudo y hondo, que acabó siendo exigente y tuvo un buen fondo de nobleza que el de Beziers aprovechó en una faena a medias que no terminó por elevarse salvo en unas tandas de naturales de excelente trazo, en las que fue más evidente las ganas que tenía Sebastián de reventar La México, ya que su actuación estuvo plagada de entrega y disposición.

A base de ser paciente, de ponerse en el sitio, y de tirar del segundo toro de su lote, se inventó una faena en la que fue ganándose a la gente con un decidido pundonor. Y los muletazos fueron a más conforme Castella iba templando la embestida de ese toro berrendo en cárdeno que sí tenía las mejores hechuras de todos para embestir… y embistió.

Recursos, poder y temple fueron los atributos de este trasteo que caló hondo en el tendido, y aunque al final la estocada tuvo su pequeña mácula, nadie dudó de que aquello era de dos orejas, las mismas que cayeron en manos de Sebastián, que de esta manera se reencontró con el público de La México, una plaza donde tiene un interesante palmarés a lo largo de su brillante carrera.

A Roca Rey se le esperaba con ilusión, prueba de ello fue la sincera ovación que el público le tributó cuando brindó la muerte del sexto toro desde los medios. Pero la verdad es que ninguno de los tres ejemplares del peruano le permitieron lucir a plenitud, no obstante que lo intentó siempre con un gran profesionalismo.

La limpia y eficaz estocada que ejecutó al primero de su lote fue premiada con una oreja que le protestaron, y tal vez el juez de plaza se precipitó en concederla, casi el mismo tiempo que Andrés tardó en desprenderse de ella, arrojándola al tendido.

El sexto fue un inválido con el que abrevió para anunciar, ahí mismo, el regalo de un sobrero, el primero que se obsequia en lo que va de temporada. A esas alturas de la corrida, quizá ya era un despropósito. Pero él le dio la misma importancia y trató de entretener a la gente y estuvo a punto de hacer valer su determinación, porque se puso cerca y toreó con garra a un toro corpulento que acudía a la muleta sin ritmo en sus embestidas.

Se le resiste La México al peruano, y a pesar de que aún no consigue triunfar en las tres tardes que ha toreado en el coso capitalino, ahí queda la frescura de su personalidad y, lo más importante, que la gente ya lo tiene bien identificado.

El Payo sorteó dos toros sumamente dóciles que dijeron muy poco. Sin embargo, el queretano toreó con mucha torería al tercero, con el que deletreó naturales de acusada sensibilidad, sin duda los muletazos más finos de la corrida. Por lo menos, lo más sedosos, los de mayor temple y despaciosidad. Lástima que mató de manera tendenciosa, y que luego el otro toro de su lote no transmitió nada.

El queretano, en esa segunda faena, tampoco encontró el acoplamiento, porque el toro tenía una embestida muy desigual, y a veces hasta punteaba metiendo el pitón contrario por el que lo citaba, y la faena se diluyó lánguidamente hasta desembocar en el tedio.

Bravo, emotivo y con temple, galopó el toro de El Vergel detrás de los caballos del rejoneador Jorge Hernández Gárate, que al igual que en la corrida de rejones celebrada el pasado 18 de diciembre en este mismo escenario, demostró que está maduro como torero y que tiene por delante un halagüeño porvenir.
El rejón de castigo que clavó en todo lo alto dejó al toro con la fuerza medida para que llegara con mucho brío al segundo tercio, con el que lució mucho montando a "Rafaelito", el palomino que galopó de costado con fuerza y precisión para esquivar, toreramente, los derrotes del toro.

Otro tanto hizo sobre "Valladolid", con el que se dio el gusto toreando con un sombrero de charro antes de terminar su labor clavando banderillas cortas que antecedieron a la colocación de un rejón de muerte, un tanto defectuoso, que impidió que el toro doblara con prontitud.

Y fue con la espada de descabellar con la que Jorge perdió una oreja que había ganado a ley, tras ejecutar un toreo muy valeroso y templado que ahí queda como muestra de la atractiva proyección que hoy día tiene su carrera, tras el tremendo esfuerzo que ha hecho para llegar al sitio tan importante que hoy ocupa en el toreo a caballo de este país.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Decimosegunda corrida de la temporada grande. poco más de un tercio de entrada (unas 18,000 personas) en tarde fresca, con algunas ráfagas de viento. Un toro de El Vergel, bien hecho, bravo. Y siete de Los Encinos (el 7o. como regalo), muy bien presentados, hondos y con cuajo, flojos y nobles en su conjunto, de los que destacó el lote de Castella por su clase. El 4o. fue premiado con arrastre lento. Pesos: 470, 536, 526, 518, 535, 538, 537 y 567 kilos. El rejoneador Jorge Hernández Gárate: Palmas. Sebastián Castella (rosa y oro): Ovación tras aviso y dos orejas. Octavio García "El Payo": Palmas y silencio. Andrés Roca Rey (sangre de toro y oro): Oreja con protestas, silencio y palmas en el de regalo. Incidencias: Sobresalió en la brega Rafael Viotti, que lidió muy bien al 1o.


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