Espectro: El arte de un buen ser humano
"... una sencillez de alma que denota la intención de hacer..."
Aunque alejado del entorno periodístico taurino del día a día, siempre es grato saludar a aquellas personas que siempre se portaron de categoría y son estupendos seres humanos, como lo es sin lugar a dudas el matador Alejandro Amaya, actualmente impulsor del ciclo novilleril que inició anoche en Tijuana
La semana pasada tuve la oportunidad de coincidir con él y saludarlo. Desde que lo traté por primera vez hace ya más de 10 años, me pareció una persona noble y entregada a su vocación, con una sencillez de alma que denota la intención de hacer siempre las cosas bien.
Conforme pasó el tiempo, esta primera percepción de solidificó. Por ello, resulta muy positivo para la Fiesta que Alejandro Amaya "reaparezca" públicamente con las intenciones de hacer empresa, sobre todo por preocuparse en ofrecer oportunidades a aquellos jóvenes prospectos de nuestra baraja taurina.
La plaza "Caliente" puede convertirse en un estupendo escaparate para la novillería mexicana y siempre será plausible el esfuerzo empresaria por ofrecer festejos menores, ya que de entrada suelen ser deficitarios. Más que una inversión monetaria, es una inversión de futuro.
Cuando existen los medios para hacerlo, hay que llevarlo a cabo. Así lo ha entendido esta empresa y tiran las redes al agua para intentar "encontrar" a un torero que tenga cualidades para forjarse un futuro en el siempre complejo entorno de la Fiesta Brava.
Pero volviendo a Alejandro Amaya, es un matador de un arte exquisito, un torero diferente que por las distintas causas y azares no logró consagrarse en figura, pero que sí obtuvo un respeto, empezando por Las Ventas de Madrid, donde toreó en algunas ocasiones.
Fino trazo y sensibilidad a tope, con el valor justo para estar en la cara del toro, Amaya regaló tardes de emociones especiales, como lo fue su encerrona en la Monumental de Playas -en Tijuana- en el año 2010, tarde en la que brindó un amplio repertorio de su tauromaquia.
No me queda duda que para ser un buen torero es necesario, primero, ser una buena persona. Desde este espacio desearte la mayor de las suertes, Alejandro, y a echar pa´lante.
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