El pasado lunes cumplí 35 años como cronista taurino. Con una ilusión desbordante, el domingo 3 de febrero de 1985 hice mi debut en la Plaza México narrando únicamente el tercio de banderillas, a través de la XEW. El cartel estaba formado por Curro Rivera, Pedro Moya "El Niño de la Capea" y Luis Fernando Sánchez, con toros de Reyes Huerta. 

Como el jefe de callejón Samuel Rosete no me permitió transmitir desde el callejón, el ingeniero Alejandro Bolio me pasó el micrófono a la escalera de las barreras de Sombra. 

Me dio mucha pena hablar desde ahí porque sentía que podía incomodar a los aficionados que presenciaban la corrida en esas localidades. Los narradores fueron Addiel Bolio, Julio Victoria y Juan José Guerra. Puse todo mi entusiasmo y relaté por instinto en mis breves turnos, con una cierta influencia del estilo de Julio. 

Nunca dejaré de sentirme agradecido con él porque fue quien unos días antes amablemente le entregó el casete con mi narración de prueba al ingeniero Bolio. También, claro, con el "inge", por haberme debutado. 

Once domingos después, el 12 de mayo, cuando apenas empezaba a agarrar vuelo, el empresario de la plaza Alfonso Gaona me mandó quitar el micrófono en plena corrida porque comenté al aire que un toro de la ganadería de Salitrillo estaba "ligeramente escurrido de carnes de los cuartos traseros". 

El control sobre los locutores era absoluto. "El doctor Gaona se cagó por lo que usted acaba de decir. Con mucha pena le informo que hasta aquí llegó su participación", me informó Bolio por el audífono, hablándome de usted, pesaroso, con tono solidario. Fulminante cortón. Abandoné la plaza apesadumbrado y confundido. 

Fue el primer veto en mi carrera. Duró un año. Fuerte castigo por decir la verdad. Contarle esta historia hace pocos años en un marco cordial a Paco Camino Gaona, le permitió entender mejor el contexto de mi relación tirante con su abuelo. 

En la segunda mitad de 1986, ante la renuncia de Addiel a Televisa, la muerte de Julio y la salida de Gaona como manejador del coso, el panorama se me abrió inesperadamente para afianzarme en la profesión. 

Todo en Morante es elegancia y calidad. Cromos de excelsitud estética, pinceladas de arte del sevillano con el tercero de Jaral de Peñas en la corrida del aniversario de La México.

De los graciosos molinetes a media altura al primoroso pase del desdén, el de La Puebla dejó la impronta de su categoría. Para no dejar dudas, esos detalles valieron oro puesto que los hizo con un auténtico toro.

Un sector del público, acostumbrado a los intentos estériles y machacones de algunos muleteros con toros que no sirven, le recriminó la brevedad con su segundo, pero Morante hizo bien en cortar por lo sano. No había tela de dónde cortar.

El Payo realizó una importante faena al último de la extensa jornada, pero una vez más sus fallas en la suerte suprema lo han dejado al margen de un triunfo de gran envergadura. 

Y mientras que Antonio Ferrera volvió a hacer brillar sus dotes de lidiador largo, Uriel Moreno "El Zapata" logró la hazaña de cubrir el segundo tercio ante el toro abridor de la corrida, que lo apretó muchísimo, haciéndole sudar el terno. Prueba superada. 

Más tarde, en 7 segundos clavó tres soberbios pares de banderillas en un palmo de terreno al quinto, sin cercenar la inercia de la suerte. Tres en uno sensacional, que le valió dar una aclamada vuelta al ruedo.

Después de 42 años, esta tarde regresa –y con figuras– la corrida por el Estoque de Oro. 

Será la décima disputa del emblemático galardón de la Asociación de Matadores en el coso metropolitano. El más reciente fue en 1978. Curro Rivera lo conquistó entonces tras indultar al berrendo "Saltillero" de Campo Alegre. 

Los ganadores han sido Manolo Martínez (3), Curro Rivera (3), Joselito Huerta (1), Mariano Ramos (1) y Manolo Arruza (1). 

El autor del estoque es el artista Martín Bringas Ángeles.