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Espectro: Evolucionar para adaptarse

Sábado, 17 Ago 2019    Morelia, Mich.    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...si quiere seguir adelante de cara a las nuevas generaciones..."
De entrada, esta columna podría parecer un"pecado mortal" para los taurinos formados en la estricta ortodoxia de un rito que cada vez pierde créditos ante una sociedad que –para bien o para mal– ha modificado cánones de pensamiento, muchas veces debido al impulso de grandes empresas internacionales.

Decía el genial Charles Darwin que los seres que sobreviven no son precisamente los más fuertes, sino los que mayor capacidad tienen para adaptarse. Esto es válido también para instituciones, procesos y actividades, de tal manera que la Fiesta Brava necesita adaptación si quiere seguir adelante de cara a las nuevas generaciones.

La evolución en la tauromaquia debe hacerse en cuestiones muy específicas y sin que ésta pierda su esencia, pero reduciendo los momentos cruentos que no son necesarios para el desarrollo de la lidia de un toro bravo.

Por ejemplo, considero que las puyas deberían ser un poco más pequeñas, de tal manera que el toro sangre lo necesario para descongestionarse, pero sin herir la susceptibilidad de aquellas personas (he conocido varias) que valoran el toreo, aunque no acuden porque su sensibilidad se ve invadida.

Con esta medida, podríamos también propiciar que el toro vaya dos veces al caballo, y con fuerza, lo que desembocaría en un rescate de la excelsa suerte más antigua del toreo, que hoy en día queda un tanto al margen. Y es que con una sola vara (y "bombeando") se liquida prácticamente al toro, debido al tamaño de las puyas.

Asimismo, reducir el último tercio de la lidia y poner un límite a los intentos de ejecutar la suerte suprema. Por ejemplo, que a los tres pinchazos se devolviera el toro a lo corrales, lo que evitaría esos momentos de extensa agonía que dan armas a los antitaurinos y, además, alargan en demasía la duración del espectáculo. Sería un aviso por pinchazo, para mantener la tradición de los tres avisos.

Me parece que estas medidas también ayudarían a agilizar la lidia y propiciar que el toro llegue con más fuelle a la faena de muleta, para así aprovechar a cabalidad su bravura.

Asimismo, es importante reducir los "tiempos muertos". Y es que hoy en día, sobre todo en México, los festejos taurinos son excesivamente largos, de tal manera que se genera aburrimiento y distracción. Alrededor de dos horas y media debería ser el tiempo adecuado, adaptándose a la duración promedio de otros espectáculos.

Tal y como ya lo hizo Tlaxcala, otra medida debería ser abolir el toro de regalo. Salvo algunas contadas situaciones, este recurso es ventajista y va en contra del concepto "suerte", que tan esencial ha sido dentro de esta maravillosa fiesta. ¡Ya basta de tantas ventajas y triunfalismo! Si no hay suerte, pues no hay suerte.

Valgan estas letras para la reflexión. Finalmente, todos tenemos una opinión en favor de nuestra amada Fiesta Brava.


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