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Historias: Ibarra, hombre de virtudes (1 de 2)

Miércoles, 16 Ene 2019    CDMX    Francisco Coello | Foto: Archivo   
"...Espíritu con diversas vocaciones y vertientes, donde la vena..."
Domingo Ibarra (1811-1893) fue un hombre de inquietas virtudes, mismas que materializó sin demasiados obstáculos, publicando varias obras que alcanzaron a cubrir sus propósitos no solo literarios, como aquellos dedicados a exaltar diversas jornadas militares. Del mismo modo nos encontramos con otras publicaciones de índole instructiva: manuales de baile o el "Sistema Métrico-Decimal. Cartilla preliminar teórica destinada a la niñez de la República Mexicana (1883)". 

También y como se comprobará, gustaba de la tauromaquia, aunque con reservas pues su Historia del toreo en México (1887) es un reflejo crítico sobre el espectáculo, el cual resurgió ese mismo año en medio del caos, lo que deja percibir sus constantes cuestionamientos sobre tal espectáculo, mismo que conoció desde muy joven, dadas las referencias que dejó plasmadas en las primeras páginas de una obra exenta de índice, la cual escribe de corrido. 

Lo anterior, de conformidad con el comportamiento que se registró en 1887, año de la reanudación de las corridas de toros, luego de derogarse el decreto que las prohibió en la ciudad de México, entre noviembre de 1867 y diciembre de 1886. Así que el registro de festejos lo comienza con el ocurrido la tarde del 16 de marzo y concluye el 3 de julio siguiente. El libro como tal, fue publicitado para su venta desde el 8 de septiembre siguiente, tal cual lo anunció El Tiempo en su edición de aquel día:

"La Historia del toreo en México".  Ha concluido la publicación de esta obrita escrita por D. Domingo Ibarra.

"Contiene noticias curiosas sobre el toreo en esta Capital, relaciones de las principales corridas, retratos de los diestros más notables, y juiciosas reflexiones sobre lo inconveniente y perjudicial que son esas diversiones para nuestro pueblo".

"Se vende en todas las librerías de esta Capital".

Ibarra se dio de alta en el ejército desde 1838 y aunque con presencia intermitente, quizá irrelevante, todavía se mantuvo activo durante el Segundo Imperio (1864-1867). Al abandonar las filas castrenses encontró oportunidad de laborar con el Ayuntamiento de la ciudad de México. Estando en funciones como Interventor de Casas de Empeño, le sorprende la muerte el 27 de marzo de 1893 de ahí que con 82 años aún no se había jubilado.

La lista de sus obras es como sigue:

-Colección de Bailes de Sala y método para aprenderlos sin auxilio de maestro…, con las ediciones de 1860, 1862 y 1868;

-Proyecto de ley para la organización del cuerpo central de la contabilidad del material de guerra, presentado para su aprobación A.S.M. el emperador don Fernando Maximiliano I, 1864.

-Proyecto de ley para la creación de cinco jefes de administración de artillería interventores, para los establecimientos de construcción y reparación del material de guerra, 1881.

-Sistema Métrico-Decimal. Cartilla preliminar teórica destinada a la niñez de la República Mexicana, 1883.

-Historia del toreo en México, 1887.

-Un recuerdo en memoria de los mexicanos que murieron en la guerra contra los norte-americanos en los años de 1836 a 1848, 1888.

-Churubusco, 20 de agosto de 1847: grato recuerdo a los valientes mexicanos que defendieron el territorio nacional, 1889.

-Discurso pronunciado en San Cristóbal Ecatepec por (…) a nombre de la Asociación Patriótica de defensores del territorio mexicano en los años de 1836 a 1848, en el septuagésimo cuarto aniversario del fusilamiento del Generalísimo José María Morelos y Pavón, 1889.

-Episodios históricos militares que ocurrieron en la República Mexicana: desde fines del año de 1838 hasta el de 1860, con excepción de los hechos de armas que hubo en tiempo de la Invasión Norte-Americana, 1890.

Tal es la dinámica de este personaje que analizaré a la luz de sus obras, pretendiendo descubrir pensamientos, sentimientos; y sobre todo, su percepción que en tanto mexicano decimonónico tuvo de su siglo.

Más datos sobre Domingo Ibarra...

Domingo Ibarra, o Ybarra, tal cual encontramos su apellido con el uso indistinto de la "i" latina y la "y" griega, nació muy probablemente en la ciudad de México el año de 1811. Aunque también sea posible que su lugar de nacimiento fuese el actual estado de Durango (para 1809 dicha región formaba parte de la Nueva Vizcaya). 

Lo anterior, como resultado del oficio fechado el 6 de octubre de 1842, mismo que se encuentra en el expediente del propio personaje en el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (AH-SEDENA, por sus siglas), bajo la siguiente descripción: Estados Unidos Mexicanos (Figura del escudo nacional). Secretaría de Guerra y Marina. Año de 193(…). Caja Núm. 208. D/111-5/3239. Ybarra, Domingo. Tte. Coronel de Inf., 13 f., f. 1 y 1v. Así que se trata de un personaje surgido en la última etapa del periodo novohispano. 

Si bien, pudo recibir influencia del mismo bajo el efecto ilustrado, muy pronto vendrían los tiempos de revuelta independentista, con la que seguramente cobra conciencia en sus primeros años de vida. Aunque tendrían que llegar los que se desarrollaron durante su juventud, justo en el momento en que el nuevo estado-nación intentaba materializar sus aspiraciones. 

Lamentablemente aquellos anhelos fueron en vano, pues poco a poco, los conflictos internos, las influencias externas, así como la desmesura de ciertos gobernantes llevaron al país por la senda del caos, la anarquía, la bancarrota. Se perdió territorio en 1836, ocurrió una dolorosa invasión en 1847… 

Más tarde, en medio de la extravagancia y del extravío se optó por un segundo imperio (no bastó el que Agustín de Iturbide pretendió entre mayo de 1822 y marzo de 1823), el cual encabezó Maximiliano I de México, de abril de 1864 a mayo de 1867. Vino ese mismo año la esperanzadora declaración de una “segunda independencia” abanderada por Juárez. A su muerte, con nuevas disputas por el poder, transcurrió el breve periodo encabezado por Sebastián Lerdo de Tejada y luego el largo episodio a cuyo frente estuvo el General Porfirio Díaz.
 
Seguramente lo que estamos viendo en Ibarra sea a un hombre ecléctico, formado bajo toda esa patología nacional que no sólo lo marcó a él, sino a muchos mexicanos cuya vida transcurrió en circunstancias que pesaban más en esos ciudadanos comunes y corrientes, urgidos de consolidar una vida más o menos estable.

La cercanía que tenemos cada vez más con Domingo Ibarra, nos permite entender a un hombre de carne, hueso y espíritu con diversas vocaciones y vertientes, donde la vena histórica y literaria fueron, entre otras actividades parte de su propio perfil.

Se sabe que se dio de alta en el ejército en el año de 1840, durante el cual ya se ostentaba como Oficial Tercero en la Inspección de Artillería del Departamento de México.

Por otro lado, puede concluirse que cumplió su ciclo en dicha institución castrense con fechas que podrían remontarse al año de 1884, momento en que ya era Capitán Segundo. El 5 de abril de ese año, le fue asignada comisión para establecerse en la Plaza de Tampico. El mismo día, pero tres años atrás, fue requerido su expediente, justo cuando contaba con el grado de Teniente Coronel. En nota manuscrita se indica "Debe el expediente en 499 fojas útiles". ¿Alcanzó a ser tan extenso el documento en su época? ¿Por qué ahora sólo se encuentra integrado por 13 fojas? Es posible que, bajo algún principio de descarte, fueran eliminados aquellos documentos sin valor archivístico.

Pues bien, ya retirado de las filas militares, dispuso de energías suficientes para continuar en otras actividades, como funcionario público y autor de diversas obras, varias de las cuales realizó bajo la égida militar. En 1892 estuvo asignado por el Ayuntamiento Constitucional de México como "interventor del ramo [en evaluación de las casas de empeño], y hasta el 27 de marzo de 1893, en que le sorprendió la muerte, conservaba el empleo de "Interventor de las casas de empeño".

También, entre los documentos localizados en el Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHCM, por sus siglas), se encuentra uno en el que sobresale el hecho de que entre junio de 1872 y abril de 1873, Domingo Ibarra era jefe de la Sección sexta en la Secretaría del Gobierno del Distrito, en el ramo de licencias, lo cual despierta algunas sospechas sobre un doble ingreso (el que tenía en el ejército y este otro) ¿o estaba inactivo en el ejército y por eso se dio de alta en el Ayuntamiento de México?

También en el fondo "Instrucción pública en general", Vol. 2492, exp. 1666, de 1883, del propio AHCM, se pudo apreciar que Domingo Ybarra "pide si fuere conveniente se declara(ra) obra de texto su "Cartilla métrico decimal".

Pero de todas estas circunstancias, la que más nos atrae para estudiarlo, como se pretende, es conocer su opinión al respecto del libro que la imprenta de J. Sánchez Velasco publicó en 1887 y que lleva el título de "Historia del toreo en México".

Para muchos quienes nos consideramos bibliófilos, este volumen se convirtió en auténtico "garbanzo de a libra", pues los pocos que han llegado hasta nuestros días, apenas se encuentran en unas cuantas bibliotecas. Recientemente la extinta CONACULTA dio a conocer el documento en versión digital, pero al buscarla con objeto de documentar y poner al alcance de los interesados tan interesante información, veo que ya no se encuentra disponible.

Bastan los primeros párrafos que Domingo Ibarra nos presenta en el libro, para tener un panorama general del que fue –a sus ojos– el comportamiento taurino habido en los siglos virreinales y luego hasta comienzos del año en que esa publicación fue dada a conocer.

Continuará…


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