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Goya y Picasso, mano a mano pictórico

Viernes, 09 Nov 2018    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Foto: Archivo   
...El tema central de e inspiración en multitud de pintores...
Cualquier persona con una mínima sensibilidad estética y que haya tenido contacto con una corrida de toros, habrá podido percibir inevitablemente, la belleza plástica del espectáculo, le podrá  agradar más o menos en su conjunto, podrá entender en mayor o menor medida su sentido profundo, pero no podrá pasar indiferente ante la sugestiva gama de formas y colores.

Por lo anterior, no será raro que la llamada Fiesta de los Toros haya sido el tema central  e inspiración en multitud de pintores, escultores, grabadores y dibujantes, con dos nombres señeros ante todo: Goya y Picasso. Francisco de Goya retrata a toreros de su época, pinta escenas taurinas y sueña un maravilloso "Disparate de toritos".

En este "Disparate" aparecen cinco toros, sobre un fondo oscuro, se acometen, topan, brincan; no pisan el suelo de ninguna plaza, parecen volar por el espacio abstracto de los sueños, de las obsesiones personales y de los recuerdos más insistentes. Su creación más importante será sin lugar a dudas, la serie de grabados sobre "La Tauromaquia".

Después de la guerra de independencia española, el pintor se encuentra viudo, rumiando algunas amarguras personales, acto seguido, Goya se refugia en los toros, su pasión de juventud. Su punto de partida será ilustrar los pasajes de la "Carta histórica sobre el origen y proceso de las corridas de toros en España" que publicó Nicolás Fernández de Moratín. Resultado de ello, el pintor se entrega al placer de la creación estética y al agridulce deleite del recuerdo.

Entre tanto, después de unas interpretaciones históricas con su toque de arbitrariedad, sea los moros, el Cid Campeador o Carlos IV, recurre a sus recuerdos personales, las locuras de Martincho, la destreza de Juanito Apiñani, la muerte en el tenido del alcalde de Torrejón, o la desgraciada muerte de Pepe Hillo, que muy probablemente presenció el pintor.

Antes de su muerte, volverá al tema taurino en "Los toros de Burdeos", es el Goya en franco deterioro emigrado en Francia, que se ha de dibujar a sí mismo como un viejo enfermo y achacoso, en su epistolario, Nicolás Fernández de Moratín notifica que: "Goya dice que él ha toreado en su tiempo y que, con la espada en la mano, a nadie teme. Dentro de unos meses va a cumplir ochenta años pero sigue firmando con su nombre, al que añade "el de los toros".

El otro ejemplo de máximo de la fuerza creadora, vinculada al mundo de los toros: Pablo Picasso. La afición taurina del pintor es bien conocida, a través de textos fotografías y amistades personales del medio taurino que refuerzan su predilección, razón por la que Bergamín le bautizó el "matador de toros de la pintura".

Su visión del ruedo comienza a fijarse desde los años finales del siglo XIX. Enfoques parciales de plazas de toros que más parecen sacados de fotografías que pintados del natural. En ellos podemos ver cosos circulares no identificables, cuya perspectiva nos muestra las primeras filas de los tendidos, como se aprecia en Corrida (La Coruña, 2 de septiembre de 1894) o en Corrida de toros (1896).

Será a partir de 1917 cuando de nuevo tome el tema taurino fijado particularmente en la figura del caballo como víctima de la brutalidad del toro, puesto que en esa época aún salían al ruedo sin el caparazón protector que los defendía. Por esas fechas, eligió el tema taurino como referencia para diseñar los decorados y vestuario para el gran empresario de los Ballets Rusos, Sergio Diaghilev.

En uno de esos decorados, concretamente el que realizó en 1919 para el ballet "Le tricorne" con música de Falla, aparece una escena taurina que tiene como fondo la gradería de una plaza de toros donde unas majas presencian, sentadas en un palco, el arrastre de las mulillas.

Picasso recreó también la arquitectura taurina en las veintiséis estampas taurinas que hizo para ilustrar La Tauromaquia o Arte de Torear de José Delgado, alias “Pepe Illo”, en 1957. De esta forma, retomó el proyecto que le encargó Gustavo Gilli i Roig en 1928 a través de la figura de su hijo Gustavo Gilli i Esteve. Las veintiséis aguatintas, tiradas en el taller Lacouriere-Frelaut de París, representan diferentes momentos de la lidia plasmadas con rigurosa exactitud.
 
Su facilidad para el dibujo y la técnica que empleó le permitieron captar los movimientos y fuerza de cada una de las fases de la fiesta, mostradas con figuras silueteadas a través de la superposición de manchas negras de distinta densidad. Las figuras están tratadas como si fuesen siluetas de un teatrillo de sombras con una focalización de las escenas en primer plano y a ras de tierra que captan a la perfección la fugacidad y espontaneidad de la corrida

Bibliografía:

Bergamín José. Prólogo del catálogo de la exposición Picasso. Dibujos, gouaches, acuarelas. Barcelona, 1961.

De Castro, Manuel. "Goya y la fiesta de los toros". Empresa Gráfica El Ideal, Montevideo, 1964.

Fernández de Moratín, Nicolás. "Carta histórica sobre origen y progresos de la fiesta de toros", Ediciones La Fiesta Brava, 1929.

MÚjica Gallo, Manuel. "La minitauromaquia de Picasso o el ocaso de los toros", Editorial Prensa Española, Madrid, 1971.

Rubio Gil, Luis. "Francisco de Goya". Tauromaquia. Asociación Española Amigos de Goya, Madrid, 1998.


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