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Espectro Taurino: ¡Hasta la eternidad!

Sábado, 18 Mar 2017    Ciudad de México    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"... ser auténtico en la vida y saber gozar los procesos..."

En ocasiones te encuentras en la vida con personas que no solamente te enseñan algo, sino que de alguna forma dejan un vestigio en el alma y agradeces haberte cruzado en el camino con ellas. Una de esas personas fue para mí el maestro Jesús Solórzano Pesado, fallecido apenas hace un par de días.

Aunque lo conocía por su trayectoria taurina, traté personalmente al maestro por vez primera en la Feria de Texcoco de 2010, cuando viajamos junto con Juan  Antonio de Labra y el matador Antonio Vega a una transmisión radiofónica a la plaza “Silverio Pérez”, tarde en la que toreaba Julián López "El Juli".

Recuerdo que desde el primer momento me impactó su incomparable personalidad y la forma tan desahogada en la que se expresaba, pero al mismo tiempo la claridad y la profundidad de sus conceptos, salpicando todo con una simpatía muy especial.

Tuve la sensación de caerle bien, lo cual en encuentros posteriores ratifiqué era verdad.  Hubo contacto con él en eventos taurinos muy puntuales (pues no se dejaba ver constantemente), como la comida que Emmanuel le ofreció a Diego Silveti para agradecerle el brindis de “Charro Cantor”, o las entregas de Premios Minotauro en el Hotel Presidente, así como algunas corridas en la Plaza México.

Un par de veces lo traté de forma amplia y cercana en Aguascalientes y compartimos transmisiones y programas radiofónicos, particularmente en la feria del año pasado, cuando vivimos juntos varios días y entablamos conversaciones interminables, como lo eran aquellas por teléfono, la última apenas el pasado viernes.

Y es que Chucho  (como me pidió que le llamara y no le hablara de ”usted”) me marcaba a casa de vez en vez. Hubiera o no algún motivo especial, en realidad la razón era sólo una: la de platicar de toros o cualquier otro tema, ¡y hasta de amor me llegó a aconsejar!

En lo personal, aprendí mucho de Jesús Solórzano. Lo principal es el hecho mismo de ser auténtico en la vida y saber gozar los procesos en lugar de sufrir el camino para conseguir determinado objetivo, además de darme cuenta que en la vida hay momentos en los que se vale (e incluso es necesario) rectificar el sendero.

Dentro del tema taurino, nunca me había quedado más claro que con Chucho el saber que lo realmente importante para un torero es transmitir lo que lleva adentro, echarle todo el sentimiento a cada muletazo aunque no te embarres de toro ni termines con la taleguilla tinta en sangre.

Sus vivencias eran extraordinarias y de inigualable categoría su formación taurina a lado de las principales figuras de México y de España. Conocedor como pocos de la historia del toreo, siempre estaba dispuesto a brindarte su consejo y sabía dar en el momento oportuno una palabra de aliento… o un jalón de orejas.

Hombre sabio, no tengo duda que todos los que lo quisimos le vamos a extrañar demasiado. Personalmente le agradezco sus consejos y el cariño que siempre me brindó durante las veces que compartimos a lo largo de estos siete años. ¡Buen viaje, Chucho, y hasta la eternidad!


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