Enrique Ponce consiguió un importante triunfo en la plaza ecuatoriana de Latacunga, donde cortó dos orejas a un toro de la divisa de Ortuño al que lidió con maestría. La brillante actuación del valenciano marcó el curso de la primera corrida de la feria en la que actuó mano a mano con Andrés Roca Rey, en medio de una gran expectación al punto que el escenario llenó a tope sus tendidos.

El festejo no arrancó con los mejores augurios pues el primero del lote de Ponce no ofreció las condiciones necesarias para que el toreo surja, en tanto que el tercero se malogró en el tercio de varas y fue devuelto a los corrales en medio de la preocupación del torero y la inquietud de los aficionados.

Fue con el sobrero de la ganadería de Ortuño en el que Enrique Ponce mostraría su credencial de máxima figura, la media docena de verónicas de saludo ya avisaron de la categoría del trasteo posterior en el que, paso a paso,  atemperó los resabios de la res para luego recetarle treinta muletazos soñados en especial con la mano derecha.

Las claves de la faena fueron el valor y la capacidad técnica que le permitieron pulir cada una de las embestidas con la certeza de la colocación y la magia del temple. Fue una labor en la que el peligro del animal subyacía en muletazos de bello acabado conjuntados por la ligazón y la impecable administración de alturas y tiempos.

El momento cumbre del quehacer se produjo cuando el valenciano se ciñó en dos series en redondo con la mano diestra que sacudieron el graderío, permitiendo que el adorno de la poncina desencadene el asombro y la euforia. El certero uso de la espada confirmaron el doble premio y la entrega popular al grito de torero, torero.

El cara a cara de las dos figuras colocó al peruano Andrés Roca Rey en situación favorable al cabo de la lidia de su primero al que cortó una oreja luego de torearlo con variedad de capote en una vibrante secuencia de verónicas complementadas con el quite por chicuelinas tras cumplirse el primer tercio.

La verticalidad de la figura y las zapatillas quietas impulsaron una tarea que fue subiendo de tono al tomar la tela roja, los primeros muletazos le mostraron el camino a la res de Huagrahuasi que tomó el engaño con clase permitiendo cuatro estupendas series con la derecha de mano baja y largo trazo, sazonadas con emocionantes manoletinas. A la hora de la verdad el torero de Lima se volcó sobre el morrillo para cobrar una estocada que aseguró una oreja de ley.

En el que cerró el festejo, Roca Rey también lanceó a la verónica y quitó con vistosidad; el animal fue perdiendo prestaciones a la hora de la muleta y pese a los esfuerzos de su lidiador la faena no alzó vuelo. Dispuesto y valiente busco en vano redondear la tarde; la ovación con que fue despedido certificaron su obra tesonera.