Al Toro México | Versión Imprimible
On Bullfighting
Por: Antonio Casanueva | Foto: Archivo
Sábado, 05 Sep 2020 | Guadalajara, Jal.
"...Se acercan a nuestro mundo con una especie de escepticismo..."
La literatura abre horizontes y permite descubrir mundos nuevos. Gracias a una invitación de Zacatecas "Tierra de Toros" a participar en el Ciclo Cultural Virtual 2020, recordé que mi primer contacto con Zacatecas fue vía la literatura. En la adolescencia leí la novela "México" de James A. Michener. Una novela magnífica que, desde la visión de un extranjero, introduce al lector la historia de México y el misterio de la fiesta brava. 

Michener fue un escrito norteamericano que combatió con la armada de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, de cuya experiencia nació el "Sucedió en el Pacífico" (1947). Quizá su obra más conocida es "Hawai" (1959), un libro que narra la historia de los hawaianos originales que navegaron las islas de Bora Bora y de los primeros norteamericanos que viajaron a dichas islas en busca de fortuna. La obra fue traducida a 32 idiomas y se convirtió en un best seller.

El libro "México" (1992) tiene una estructura similar. El propósito de Michener fue novelar la historia de nuestro país. El narrador es un periodista estadounidense de ascendencia española que viene a México a cubrir festividades taurinas. A través de sus recuerdos, va explicando la cultura mexicana. Se centra en la fiesta brava. Sigue al toro desde un tentadero en el campo, hasta llegar a su destino en la plaza de toros.

Michener no es el primer extranjero que intenta adentrarse a la tauromaquia. El más famoso ha sido Ernest Hemingway quien escribió un profundo tratado taurino: "Dead in the Afternoon" (1932), en el que explica la magnificencia de las corridas de toros y hace una reflexión sobre la naturaleza del miedo y de la valentía. Hemingway llegó a España como turista en 1923 y, en Pamplona, se volvió un aficionado apasionado. En 1926 escribió la novela "The Sun Also Rises" (traducida al español como "Fiesta") que internacionalizaron los san fermines. 

Los taurinos españoles, celosos de los extranjeros y basados en una ortodoxia un tanto artificial, criticaron la obra de Hemingway argumentando que carecía de conocimientos taurinos básicos. No entendieron que el autor se dirigía a un público ajeno a la tauromaquia y, por lo tanto, debía imbuir al lector con un tono y un estilo distinto al de la literatura taurina tradicional.

Hay muchos libros de toros escritos en inglés (o en otros idiomas no latinos) por autores que vienen de países ajenos a las corridas. Por ejemplo, el único libro sobre Carlos Arruza ("My life as a matador") fue escrito por un gringo, Barnaby Conrad, en 1956 y no ha sido traducido al español. 

La ventaja de los extranjeros es que se acercan a la tauromaquia sin el sesgo de la tradición. La mayoría de los taurinos tenemos una serie de querencias que nos impiden ser objetivos. Los artistas foráneos, en cambio, se acercan a nuestro mundo con una especie de escepticismo y fascinación. Lo que les permite descubrir colores, sabores y sensaciones que nosotros, quizá, demos por hecho. 

La reconocida escritora escocesa A.L. Kennedy publicó en 1999 "On Bullfighting". Cuando le encargaron la obra, Kennedy acababa de vivir un frustrado intento de suicidio, así que se acercó a la tradición española desde una perspectiva muy particular de muerte. Una lectura emocionante que invita a la reflexión en distintas dimensiones.

Kasper Kloch, un antropólogo danés, recorrió durante tres meses España para entender la tauromaquia. El resultado es un magnífico ensayo que revela los misterios de una tradición antigua que sigue cautivando a muchas personas en distintas partes del mundo. El libro (publicado en español por Edicions Bellaterra en el 2014) está escrito para un público europeo no taurino. Kasper Kloch demuestra una gran sensibilidad artística y queda encantado con el espectáculo, pero escribe con objetividad dando, incluso, espacio a las corrientes animalistas. 

Lejos de sentirnos amenazados, como les pasa a los peninsulares tradicionalistas, debemos darle la bienvenida a los extranjeros. Llevémoslos a las ganaderías y a las plazas. Mostremos nuestro mundo con transparencia y sin miedo. Es probable que, su sensibilidad, nos permita descubrir aspectos nuevos de la tauromaquia.