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El triunfo de la vocación

Domingo, 22 Sep 2019    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Hidalgo           
Mendoza no escatimó ni una sola gota de sudor en La México
La cualidad más importante para ser torero es la vocación, entendiéndola como un llamado a ser.  Si algo tiene el novel novillero José María Mendoza es precisamente esta virtud fundacional que desde niño encendió su corazón para emprender el rancio camino que conduce a la profesión más hermosa del mundo.

Con vocación se impulsa la intuición dentro del ruedo. El hijo de nuestro colega Edgar Mendoza no escatimó ni una sola gota de sudor ante su segundo, un cárdeno que pronto se rajó y buscó tablas, y supo plantarle cara justo con la intuición necesaria para no contradecirlo, "entrando con la suya, para salir con la nuestra", como bien decía el recordado Chabola.

Algunos despistados del tendido tomaron partido por el soso novillo de Aurelio Franco, al que José María le insistió para lograr desmayar el trazo en algunos momentos que denotaron su personal estética, siempre bien "coucheado" por Alejandro Peláez, su apoderado. No hay que olvidar que son novilleros, por lo que no podemos exigirles como a las figuras consagradas.

La estocada fue rotunda y por sí sola valía la concesión de una oreja, trofeo que fue bien otorgado desde el palco de la autoridad y que paseó junto al ganadero, quien dio la vuelta a petición del público.

Ante su primero poco pudo hacer, pues el ejemplar se tornó incómodo y terminaba con la cabeza a media altura. Con dignidad, resolvió la papeleta... aunque anduvo muy fallón a espadas y escuchó dos avisos.

Sebastián Palomo supo salirle un paso hacia adelante a su primero, para ganarle la intención. En esta tesitura, extrajo muletazos impregnados de reciedumbre, sobre todo por el pitón izquierdo, perfil por el que su oponente se desplazaba mejor. Bravura seca la del novillo y oficio por parte del novillero tlaxcalteca, que pinchó en su primera oportunidad y así se esfumó cualquier posibilidad de oreja.

El comportamiento del cuarto de la tarde trocó en genio, así que el panorama no fue halagador para Palomo, que supo solventar decorosamente pese a ser volteado de fea manera.

El hermano de Palomo, Emilio Macías, logró enredarse con el primero de su lote y logró redondos que le fueron coreados. Lástima que no redondeó a espadas, y en cambio fue arropado hasta en tres ocasiones al entrar a matar mismo número de veces, por lo que ingresó a la enfermería para ser revisado de fuertes golpes.

Salió a lidiar a su segundo, que poco se prestó para el lucimiento. Voluntarioso, el novillero tlaxcalteca se nubló con el acero y terminó por escuchar los tres avisos.

Al final del día, el nombre de José María Mendoza salta a la vista como el de un torero con proyección, pues tiene el don de la vocación que corre por sus venas. ¿Cómo lo sabemos? Eso se huele en el ruedo.

Ficha
Ciudad de México, Plaza México. Tercera novillada de la Temporada "Soñadores de Gloria". Alrededor de 4 mil espectadores, en tarde al inicio soleada y con molestas ráfagas de viento. Seis novillos de Aurelio Franco, de estupenda presencia y juego desigual. Pesos: 444, 450, 445, 455, 460 y 449 kilos. Sebastián Palomo (granate y azabache): Palmas tras aviso y palmas. Emilio Macías (gris y pasamanería blanca): Palmas tras aviso al ser llevado a la enfermería y pitos tras tres avisos. José María Mendoza (gris plomo y plata): Silencio tras dos avisos y oreja. Incidencias: Saludaron desde el tercio Ángel González y Cristhian Sánchez, tras parear al 3o. y al 4o., respectivamente.


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