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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 15 Jun 2017    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...Mientras unos regresan, otros se van. Y una de las despedidas...
Ahora que la temporada 2016-2017 ha concluido, de pronto vemos algunos carteles con toreros que frisan o rebasan los 50 años de edad. Se trata de respetables veteranos que ha decidido volver a torear, como es el caso de los hermanos Alberto y Rafael Ortega, o aquellos otros como Alfredo Ferriño o Alberto Galindo "El Geno", que van a enfundarse otra vez el traje de luces.

Aunque estas fugaces reapariciones parezcan inexplicables, no dejan de reflejar esa imperante necesidad de hacer sentir vivos a sus protagonistas,  a través de una profesión a la que se han consagrado, y mediante la cual han conseguido expresar sus más sinceros sentimientos.

Mientras unos regresan, otros se van. Y una de las despedidas más significativas de la actualidad es la del rejoneador Rodrigo Santos, que el próximo domingo dice adiós en la plaza "Eduardo Funtanet" de Mazatlán, veinte años después de que el caballista capitalino que dio nombre a este coso porteño, perdiera la vida en la Plaza México.

Con 51 años de edad encima, Rodrigo se va, en buena medida, debido a esa lesión de espalda que lo ha mantenido en constantes y dolorosas rehabilitaciones, pero deja detrás de sí una carrera plagada de éxitos y reconocimiento a un esfuerzo de titán.

Y se queda muy cerca de cumplir el sueño de llegar a las mil corridas, algo que sólo han logrado menos de diez toreros mexicanos. Sin embargo, se lleva la satisfacción de ser el rejoneador con más tardes toreadas y brillante palmarés que incluye actuaciones en varios países taurinos como Portugal, España y Francia, en los que en su día realizó interesantes campañas.

Rodrigo será recordado por su indómito valor; por esa raza de figura para ir siempre hacia adelante y sobreponerse a la adversidad. Durar 27 años en activo no es fácil para nadie, y mucho menos en un país donde la figura del caballista, por desgracia, se ha visto menospreciada.

A base de profesionalismo y entrega, Rodrigo, y muchos otros de sus compañeros que hoy día están en activo, han tratado de hacerse respetar. Porque no cabe duda que la corrida de rejones, a la que todavía le dan la espalda muchas empresas, ha sido la lucha de tantos caballistas capitaneados precisamente por Santos.

Con esta despedida, Rodrigo cede la estafeta a otros rejoneadores que también se han dejado la piel en el ruedo con el firme propósito de dar prestigio al toreo a caballo, en una época en la que el rejoneo ha dado muy buenos profesionales; toreros que pretenden reivindicar esta tauromaquia que merecería tener una mayor presencia en las ferias importantes de México.


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