Emotivos momentos de buen toreo brotaron en el cerrojazo de la Feria del Caballo, en Texcoco, y éstos lograron cristalizarse en triunfos que llevaron a la conquista de la salida por volandas de Diego Silveti y el peruano Andrés Roca Rey, corrida en la que destacó también el muy buen juego de los toros de Torreón de Cañas, vacada de casa
El triunfador numérico del festejo fue Roca Rey, ya que paseó tres orejas. No obstante, y más allá de las estadísticas, el joven espada limeño mostró una faceta interesante en la que no basó el triunfo con base en la emoción de la quietud o cercanías, sino que se dio a torear con soltura y profundidad, mostrando que sabe ejecutar el toreo de toda la vida.
Los naturales que le recetó a su primero fueron quizá los pasajes de mayor calado artístico de la corrida, pues llevó al bravo toro muy enganchado en los vuelos del engaño y acompañó siempre con la cintura, para luego reponer el terreno preciso y poder ligar el siguiente desde adelante.
A este toro le cortó una oreja, que bien pudieron ser dos, pero la espada quedó muy caída. El doble premio sí obtuvo ante su segundo, otro muy buen toro de Torreón de Cañas que recibió el arrastre lento al igual que su primero y ante el que eslabonó una faena variada y en la que sobresalieron los redondos.
Diego Silveti no había tenido suerte ante su lote y por ello obsequió un toro. Su primero era muy alto y hondo, pero naturalmente le costaba humillar y terminaba con la cara alta. En tanto, el segundo que sorteó no tuvo mala condición, aunque sin llegar a romper ante un Silveti que no terminó por verlo claro.
El de regalo fue un toro sardo al que el torero de Guanajuato le fue dando confianza y terminó por sacar su fondo bueno de bravura. Diego corrió la mano con sabor, sobre todo con la sarga en la diestra, encandilando a un público que estuvo muy con él. La estocada fue rotunda y las dos orejas resultaron el mejor colofón a una feria en la que la empresa Pasión Ganadera echó toda la "carne al asador"
En medio de estos dos triunfadores que salieron a hombros, Arturo Saldívar tuvo una actuación importante ante su primero, al que le cortó una oreja de peso merced de su torero templado y de buena técnica, aprovechando cabalmente la obediencia de un berrendo oponente que mostró su dosis de movilidad y clase, sobre todo por el pitón derecho.
Su segundo tuvo nobleza y le llegó a faltar un puntito mayor de emotividad, aunado a que tenía una distancia muy precisa. El hidrocálido estuvo tesonero, pero sin conseguir que el trasteo tomara mayores vuelos.
Abrió plaza el rejoneador potosino Sebastián Torre ante un toro que, si bien es cierto tenía un pajazo en el ojo izquierdo, iba con son a las cabalgaduras y era bravito. Torre emborronó con el rejón de muerte una buena actuación, ya que antes había estado certero en banderillas e incluso llegó a llevar bien toreado al de Torreón de Cañas.
Los Forcados Mexicanos no lograron cuajar la pega, aunque lo emotivo llegó en la despedida de Bernardo Rodríguez Segura, hombre valiente que hace tres años perdió el ojo izquierdo en este mismo ruedo y ahora se despojó de su casaca como marca la tradición para decir adiós.