Todos los taurinos están hablando de "el bombo" de Simón Casas, que parece hacer más ruido que aquel otro "bombo", el del entusiasta Manolo, que seguía a la selección española de futbol por todos los estadios del mundo con su tambora.

Y este ruido mediático que ha generado "el productor" francés, como le gusta que le llamen, ya que no se considera un simple "empresario taurino", tiene formada una curiosa alharaca entre los aficionados a los toros.

De tal suerte que en los últimos días también en México muchos ya se enteraron lo que significa la mentada palabra "bombo", que aquí no es otra cosa que una tómbola, como la vida misma, según cantaba el simpático Jonnhy Laboriel en esa pegajosa rola salida de su inspiración.

A final de cuentas, Simón Casas ha conseguido su propósito: hacer algo diferente, y eso tiene su mérito porque este sorteo desata polémica y se habla del tema. Si no de toros, precisamente, por lo menos sí se comenta un asunto relativo al espectáculo taurino.

Desde luego que hay quienes opinan que lo del bombo es una falta absoluta de respeto a las figuras del toreo, pero también existen quienes están convencidas de que se trata de un revulsivo para la Fiesta Brava. La primera prueba de este dichoso experimento se llevó a cabo en la pasada Feria de Otoño, y tan sólo era una probadita para ver qué pasaba, y acabó siendo del agrado de determinados grupos taurinos.

Detrás de esta controversia se esconde una astuta estrategia de la que aún no se sabe cuál será el resultado, porque también Simón Casas se la está jugando al pretender organizar una Feria de San Isidro sin la presencia de varias figuras que se han negado a entrar a este inusual sorteo de ganaderías, y cuya ausencia va a significar un considerable aumento de las utilidades para la empresa.

¿Acaso es irrespetuoso presionar a las figuras a aceptar el reto del bombo? Puede ser que sí, considerando que el toreo siempre se ha regido por unos valores universales de los que pende la vida de un hombre; y es esa elección, la de ser torero, la que debe otorgarle a cada uno la libertad para decidir… acorde a su respectiva categoría.

Bien dicen por ahí que la dignidad de un hombre está en sus manos, y su obligación es defenderla, así que Morante, El Juli o Manzanares, por citar a tres de los que no han aceptado participar en el bombo, sólo la están ejerciendo no obstante que ello implique su salida de San Isidro si es que no llegan a un acuerdo con la empresa, y la lamentable privación para muchos aficionados de verlos torear.

Tomando en cuenta la opinión de quienes consideran el bombo como una sacudida a las exigencias de algunas figuras -no precisamente las mencionadas-, quizá tengan su punto de razón por tratarse de un instrumento para incomodar a los consagrados, que también suelen tener muchos detractores.

Y en medio de toda esta polémica parece que otros ya están "bombos" de esos retos estúpidos tan en boga hoy día en las redes sociales, que llevan a la gente a hacer sandeces de diversa índole, algunas de ellas, inclusive, poniendo su vida en riesgo.

En resumidas cuentas, lo único que ha hecho Simón Casas es inventarse un rollo diferente, en el que la jerarquía de las figuras, las más dignas, aquellas que piensan que se han ganado a sangre y fuego su respeto a decidir, se ha puesto en tela de juicio.

¿Qué opinarían El Guerra, Joselito El Gallo, Manolete, El Cordobés, Manolo Martínez o el propio José Tomás del bombo de Simón Casas? Ahí queda la pregunta. Cada uno póngale las palabras que quiera a su hipotética respuesta.