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De la desilusión al triunfo

Miércoles, 12 Dic 2018    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Hidalgo           
Roca Rey cortó dos orejas y salvó una tarde que iba directo al fracaso
Cuando Roca Rey se plantó de rodillas en los medios, no es que fuera a iniciar una peregrinación a La Villa, a implorar favores a la Virgen de Guadalupe, sino que más bien buscaba salvar del fracaso una corrida que se estaba yendo al garete, debido a la falta de trapío y casta de varios de los toros que habían saltado por toriles hasta ese momento de la corrida.

¿Acaso es tan complicado reseñar un encierro bien presentado, de una sola ganadería, de preferencia, para una de las fechas estelares de la temporada? No hay que perder de vista la importancia de cuidar la presencia de los toros y dar certeza al público, más ahora que está tan mosqueado por distintas circunstancias.

Y en este caso, salvo el que abrió plaza (de Xajay); uno de Los Encinos (lidiado en tercer lugar), y el de Barralva (que fue sexto), el resto de los toros lidiados dejó mucho que desear en cuanto a presentación se refiere.

Si a ello sumamos que embistieron poco, la cosa pintaba muy mal. Pero ni siquiera el atisbo de bronca en el cuarto, que era de Teófilo Gómez, adquirió proporciones mayores, tal vez porque la gente venía con ganas de arrancar con fuerza el puente "Guadalupe-Reyes", y nadie le iba a arruinar la fiesta, qué caray.

Menos mal que al final de la tarde, la raza torera y el aguante de Roca Rey, le devolvieron el entusiasmo a los espectadores, que aplaudieron con emoción una faena vibrante que había comenzado con ese inverosímil muletazo cambiado, con ambas rodillas sembradas en la arena, y desafiando al de Jaral de Peñas.

Ya desde las ajustadas gaoneras de saludo se notaba que el peruano quería triunfar en este coso, el único que se le había resistido a lo largo de su fulgurante carrera. El público lo espero con paciencia, y más aún después de haber hecho una primera faena de sin relieve delante de un toro incómodo de Villa Carmela.

Pero el trasteo al octavo sí encandiló a la concurrencia con series de muletazos templados y largos en los que aprovechó la nobleza de un toro al que le faltó humillar más.

Roca Rey se dio el lujo de abrochar su obra con unas bernardinas de mayestática ejecución, instantes previos a rubricarla mediante una magnífica estocada que tiró al toro sin puntilla en cuestión de segundos. Así fue como llegaron a sus manos dos orejas de peso, y con ello la salida a hombros por la Puerta Grande de esta plaza.

Del resto de la corrida merece la pena destacar la entrega de Joselito Adame, que cometió la bendita locura de cumplir con un compromiso que no podía eludir, porque de eso están hechas las figuras: de responsabilidad para dar la cara con la hombría de la que el hidrocálido hizo gala hoy, pues llevaba aún muy frescos los puntos de sutura en la herida del escroto.

Además de su entereza, José enseñó carácter en la lidia de un primer toro de Santa Bárbara que era un muñeco, por bajito y reunido, el mejor de la tarde, al que toreó muy bien con el capote mediante unos lances a pies juntos que fueron coreados con fuerza por un público que hoy supo reconocer su gesta.

La faena también tuvo su miga, y Joselito aprovechó la transmisión del toro para realizar una faena estructurada, sobria, en la que dio pases cargados de reciedumbre y largueza. Hasta las luquesinas finales marcaron ese rumbo de redondez que, por desgracia, no pudo rematar con la espada debidamente para haber cortado la oreja que ya se había ganado.

En el sexto, un toro de Barralva, bastó de hechuras, de encaste Atanasio, José volvió a esforzarse por agradar, y cuando lo cambió -inteligentemente- de terreno parecía que la faena podía prosperar, pero el ejemplar acabó siendo deslucido. Y aunque le dio un par de series con buen son, el ejemplar se desfondó de inmediato. Entonces José se vio obligado a abreviar, lo que hizo de forma por demás profesional al darle muerte de una buena estocada pra concluir una entonada actuación de la que debe sentirse muy orgulloso, como hombre y como torero.

El lote de Sergio Flores se componía de un toro de Los Encinos, el de mejor trapío y hechuras de toda la corrida, y otro más de Campo Hermoso, que fue séptimo. En ambos casos, el tlaxcalteca mostró su buena disposición, sobre todo con el tercero, que apuntó cosas muy interesantes desde el comienzo de su lidia, pero acabó siendo incómodo. Además, a esa hora de la tarde sopló el viento en ráfagas intermitentes que no dejaron estar a gusto a Sergio, que tampoco acabó de compenetrarse con el toro.

El de Campo Hermoso hizo cosas extrañas y muy pronto se acobardó en banderillas, desarrollo sentido, y no hubo poder humano para meterlo en los vuelos de las telas. La de hoy ha sido la tarde más desangelada de un torero que venía teniendo triunfos con mucha consistencia, y esta vez la mala suerte le impidió mostrarse, pues sólo dejó varios lances de buena factura al primero de su lote.

De Morante se puede decir poco… más bien casi nada, sino que cometió el error de elegir un toro de Teófilo Gómez, ganadería que carga la pesada losa de estar satanizada por el aficionado, y que fue devuelto porque el público así lo dispuso mediante sus protestas.

En su lugar salió un sobrero de Los Encinos, un ejemplar de mejores hechuras, pero pobre de cara, y muy deslucido, con el que el torero andaluz no consiguió siquiera bosquejar una serie de muletazos a su gusto, como tampoco pudo hacerlo con el toro de Xajay que abrió plaza, ya que embestía con flojedad, y las manos por delante, sin emplearse en la muleta.

La gente que venía de distintas partes del país, salió de la plaza con esa sensación de que algo había faltado, no obstante el gran despliegue de entrega de Joselito Adame, así como el fantástico aguante de Roca Rey, que consiguió un triunfo de esos que hay que agradecerle en el alma, pues de otra manera el resultado general de la corrida hubiese sido desastroso.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Corrida Guadalupana, sexta de la Temporada Grande. Más de dos tercios de entrada (unas 29 mil personas), en tarde nublada y fresca, con algunas ráfagas de viento. Toros de diversas ganaderías en el siguiente orden: Xajay, Santa Bárbara, Los Encinos, Villa Carmela, Los Encinos (sobrero sustituto de uno de Teófilo Gómez, devuelto por su falta de trapío), Barralva, Campo Hermoso y Jaral de Peñas, de variado comportamiento, de los que destacó el 2o. por su transmisión y el 8o. por su nobleza. Pesos: 488, 510, 502, 490, 521, 502, 482 y 475 kilos. Morante de la Puebla (grana y oro): Pitos en su lote. Joselito Adame (salmón y oro): Ovación y palmas. Sergio Flores (azul marino y oro): Silencio tras aviso y silencio. Roca Rey (azul Soraya y oro): Silencio y dos orejas. Incidencias: Antes del paseíllo se interpretó el "Ave María" de Gounod, y al concluirlo, la directiva de la Porra Libre entregó a Morante de la Puebla el trofeo "Manolo Martínez" como triunfador de la Temporada Grande 2016 2017. Luis Alcantar le hizo un oportuno quite a Lili en banderillas del 1o. Destacó en banderillas Gustavo Campos, que saludó en el 3o. El picador Othon Salinas ingresó a la enfermería durante la lidia del 7o. para ser atendido tras haber sufrido un aparatoso tumbo.


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