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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 23 Mar 2017    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...Pero no nos engañemos: hace muchos años que en México el nombre...
El regreso de la ganadería de Piedras Negras a la Plaza México ha generado diversos comentarios, y lo más relevante es que ha encendido la llama de la polémica, lo que sin duda contribuye a despertar un mayor interés por el toro de lidia, del que se habla y se conoce tan poco.

Afirmar que la corrida de Piedras Negras tuvo una bravura extraordinaria sería abonar un absurdo triunfalismo, y resulta ilógico creer que instaurando este tipo de toro la gente regresará a las monumentales. No obstante, encierros como el de Piedras Negras sí merecen tener cabida en distintos escenarios importantes del país, porque reivindican la autenticidad y fomentan la variedad del espectáculo.

Pero no nos engañemos: hace muchos años que en México el nombre de una ganadería no mete gente a las plazas. El público regresará a los tendidos cuando los estamentos que conforman la Fiesta se decidan a hacer un rescate integral de los valores de la tauromaquia, y una promoción acorde a los tiempos que corren.

Uno de esos valores es precisamente la bravura, que sin duda es la base de la emoción, sin ninguna duda. En dicho sentido, varios de los toros de Piedras Negras la provocaron de salida y en varas. Sin embargo, salvo el cuarto de la tarde, que fue el más completo, ninguno terminó de entregarse hasta el final, embistiendo humillado, con recorrido o profundidad, como corresponde a la conducta ideal del toro actual.

Ahí está "Cobradiezmos", de Victorino Martín, lidiado el año pasado en Sevilla, como paradigma de la bravura moderna. Es el toro que permite hacer el toreo con un nivel altísimo de exigencia. Es decir, la bravura no sólo en su estado "químicamente puro", como suele ser comprendida por la mayoría de los criadores tlaxcaltecas, y que está más cerca de la fiereza que degenera en ese genio que es la "mala hierba" de una ganadería.

De tal forma que es preciso saber diferenciar el auténtico concepto de bravura y distinguirlo del genio, a fin de poder establecer esos matices en el comportamiento del toro durante una lucha en la que va descubriéndose a sí mismo, peleando hasta el final por su vida, enfrentándose a ese hipotético "depredador" que es el torero.

Sería muy positivo que los ganaderos mexicanos se comprometieran, a través de su trabajo, a no apartarse nunca de la bravura, que es el gran tesoro y rasgo distintivo del toro de lidia, aquello que lo convierte en un animal único.

Y a partir de esa bravura, procurasen hacer una selección más equilibrada, buscando que la fijeza, la fuerza, el recorrido, la clase, y demás atributos del toro realmente bueno para el toreo que gusta al público, sea el catalizador de su primigenia condición combativa, esa que le confiere un carácter tan especial.


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